Los crímenes que todavía están sucediendo en Ciudad Juárez suponen uno de los episodios más vergonzosos de la historia reciente. Desde 1993 una serie de atroces asesinatos de mujeres y niñas han devuelto a nuestro estómago esa sensación de que hay misterios que nunca podrán ser resueltos, y no me refiero a la autoría de la masacre (es evidente que nadie quiere descubrirla), sino a la razón de la maldad en sí misma. A eso y a la facilidad cómo todos convivimos con ella.
Según el propio Bolaño, el misterio de nuestro mundo es el secreto que se esconde tras estos crímenes; ése no es otro que la certeza de que nuestros ojos ya sólo reaccionan a los torpes reflejos condicionados del rincón de Pavlov.
Y es que el horror no es más que un aburrido espectáculo cuando se mueve más allá de nuestras puertas, fronteras, patrias o como sea que queramos llamar esta vez a la estupidez.
Que gente como el escritor chileno o Álex Rigola, en su reciente e impresionante montaje teatral sobre la misma obra, se ocupen de recordarnos que algo se ha averiado no es suficiente. Un primer paso sería descubrir que compartimos las mismas cloacas donde va a parar la sangre de las víctimas. Pero eso es pedir demasiado.
La verdad se esconde precisamente en el Lynchiano “algo malo está pasando”. No es alarma ni pesimismo, es una llamada a tomar consciencia de que existe algo que la televisión nunca nos va a mostrar, algo que, precisamente por eso, pensamos que no puede existir. Hay historias que nos conectan con nuestras propias pesadillas, pero que justo antes de ceder a la noche, se quedaron en este mundo con la intención de no dejarnos pegar ojo. No lo han conseguido. Seguimos dormidos.
No sé vosotros, pero yo hoy no voy a estirarme en la cama; no lo haré nunca más. Voy a leer 2666 una y otra vez; lo haré hasta que consiga entender por qué matar a una mujer, o matar a trescientas, sigue siendo un detalle sin importancia en el gran circo que nos hemos montado. Quizás cuando mis párpados me asesinen, cuando ya no pueda entender qué estoy haciendo, alcance a comprender por qué la noche se está consumiendo. Quizás entonces, cuando llegue la luz de la mañana, no seré más que otra mujer en Ciudad Juárez, abandonando el último lugar que le quedaba para esconderse.
4 comentarios:
Has conseguido que me compre un libro de más de mil páginas, montaraz, más te vale que valga la pena. Si no, al menos leeré una y otra vez tu escrito; es increible.
Que presión... seguro que te gusta tanto como a mí que me sigas leyendo.
Se trata de un libro pesado, pero no por su volumen (que también), sino por la pesadumbre que te deja en el corazón… Ana, sobretodo léelo por y para ti y muéstralo a quien puedas.
Si me lo dice alguien que suele entrar por aquí, no dudes que lo haré... quizás seas alguien que conozca a mi Montaraz preferido!!! Qué suerte !
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