O al menos eso nos ha intentado demostrar el señor Javier Rodrigo de Santos. Se lo agradacemos pero no entendemos nada. Parece ser que este señor había manifestado en diferentes ocasiones su oposición a que los homosexuales pudieran ejercer sus derechos como cualquier otro ciudadano; de hecho, él mismo, como concejal del Ayuntamiento de Palma de Mallorca se había negado a oficiar bodas entre personas del mismo sexo. No entedemos nada.
Porque yo me pregunto, ¿quién le ha pedido a este individuo su opinión? Que no se me malinterprete, no pienso, como la gente de su calaña, que el hecho de ser homosexual sea algo más que una opción y que pueda afectar a su capacidad de discernir; no. Lo que me resulta curioso es cómo puedes estar defendiendo una moral plegada sobre sí misma, llamada a extinguirse, como tantas otras antes, y, por otro lado, convertirse en víctima propiciatoria de tus propios demonios.
Ya sé que es algo que lleva siglos sucediendo, echemos un vistazo a la Iglesia, sin ir más lejos, pero todavía me cuesta imaginarme cómo se puede convivir con tanta contradicción partiéndote el corazón. "Cariño, me voy esta noche a ver unas obras de paisano, para que no me reconozcan (últimamente sólo contratan inmigrantes y ya sabes cómo trabaja esa gente); cariño, me voy a ejercer mis responsabilidades como católico; cariño me voy a un club de alterne a gastarme el dinero del contribuyente".
Lo más divertido del asunto es que, en plena aceptación de estigmas sociales, ahora también ha reconocido su adicción a las drogas. Vamos, una joya de los noecon. El señor Rouco Varela todavía debe estar contando pecados. Es divertido porque no deja de ser como una especie de justificacion. "Miren, sí, es verdad que decía odiar a los homosexuales cuando yo también lo era; es verdad que cumplí como católico con cinco hijos pero me descarrié poco después... o antes, no recuerdo; sí, es verdad que el dinero no era mío. Todo eso es verdad pero hay una explicación; estaba bajo el efecto de las drogas; no dejen que sus hijos se droguen o dejarán de ser católicos y se volverán gays". Por favor.
El hecho de que los políticos (y otros representantes institucionales) de este país hagan uso y abuso del dinero público ya no sorprende a nadie, pero estos ejercicios de doble moral rozan el esperpento. Ahora sus compañeros se muestran afligidos y sorprendidos. Incluso "horrorizados" (supongo que por el hecho de que sea homosexual, no por el dinero).
No está mal la reacción de los suyos. Sobre todo porque nadie sintió ni una pizca de aflicción cuando proclamaba las mismas sandeces que el resto sin probablemente creer en ellas. Hemos llegado al punto en que los infiernos de la ideología devoran al propio individuo y a sus circunstancias, que ya no cuentan para nada.
¿Duele señor Rodrigo de Santos? Apuesto a que sí. A nosotros escuchar y ver según qué cosas también; no lo dude.
http://www.elpais.com/articulo/espana/ultracatolico/arrepentido/elpepunac/20080315elpepinac_13/Tes
16 de marzo de 2008
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2 comentarios:
Son una panda de hipócritas; y mientras, los socialistas dando dinero a la iglesia sin ton ni son. Menos mal que hay gente que dice lo que piensa y encima lo dice tan bien como tu. felicidades
Muchas gracias. Sí, lo cierto es que la hipocresía está definitivamente de moda entre nuestros políticos. Es evidente en algunos casos, como el del señor éste, pero tienes razón en que otros tampoco ayudan a gente que piensa que el ser un Estado laico no es sólo moneda de cambio para una transición "tranquila", sino un signo de pertenecer a una sociedad amplia de miras donde todos podemos caber con igualdad de derechos y oportunidades, sin importar a quién recemos, ni si lo hacemos. Siempre me gusta pensar que es cuestión de tiempo.
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