Lo que esconde el amor tiene mucho que ver con lo que pensamos que sucede en la habitación de al lado cuando pegamos nuestro oído a la pared; con ese tipo de cosas que se distraen en los pliegues de la sábana que se resiste a abrigar. El amor deber ser parecido a vivir rodeado de algo que ocurre sin esperarte. Pensamos que está ahí para nosotros, pero sólo sobrevive en nuestra intención de imaginarnos qué es lo que pasa más allá de esa pared; el amor no existe fuera de nuestra certeza, que sólo es la pequeña y traviesa estupidez de quien cree saberlo todo.
El amor es la primera parada de una huída que sólo descansa cuando alguien nos dice que llevamos una eternidad desnudos; cuando dejan de engañarnos. El amor. Se le han dirigido tantos sacrificios, cantos, locuras y rimas cojas que sólo puede no existir. Como los dioses. Todos esos esfuerzos sólo cobran sentido si estamos hablando de algo que no existe por sí sólo, algo que sólo camina cuando lo imaginamos. Algo que no existe.
The Reader es una historia sobre el amor que no existe, el de verdad. Dura, directa, implacable en su exhibición de la naturaleza humana. Desvela cómo todo lo que pensamos que es inequívoco y sagrado tiene pies de barro, y que éstos están hundidos en nuestra propia cobardía. Sólo creemos en la lucha amañada porque es la única que aparca nuestros fantasmas
Un joven alemán cree enamorarse de una mujer mayor que él en los albores del nazismo, pero es la mujer quien sufre la naturaleza real del amor. Por eso le abandona y sólo reaparece en su vida para recordarle lo equivocados que estamos cuando escuchamos a los dioses del viento en la noche cerrada que se han convertido nuestras convicciones de papel.
Lo que lo había sido todo, se transforma en una vergüenza. Aquel joven es en realidad un verdugo que se ha armado con el paso del tiempo, dispuesto a asestar el golpe de gracia a la mujer de su vida; en el nombre del amor que sólo existió en el corazón reventado de quien siempre estuvo llamada al desastre; en el nombre del amor que no existe.
La película aprovecha la historia para analizar con pulcritud unos abominables acontecimientos que no sólo devoraron a sus víctimas. En el fondo intenta demostrar lo mucho que hablamos del amor y las pocas cosas que tenemos que decir de él. Cuando llega el momento en que deberían alzarse todos los imperios construidos sobre él, cuando todas sus mariposas deberían apagar el sol, cuando el trueno debería ahogar la noche; entonces, todo se sume en el más triste de los silencios. Entonces, nos alzamos nosotros; y el amor se retira hacia unos juegos de sombras enfermos que todo cuanto hacen es confirmarnos su ausencia.
Lo que debe ser una muestra de amor, esas lecturas, no son más que la compra de la propia salvación, a cuenta de alguien que siempre ha estado llamado a no importar. El lector limpia su recuerdo recuperando el pasado para engañar sus motivos pero cuando llega el momento, su único regalo es la peor de las traiciones.La pregunta es sencilla, ¿podemos amar a quien miramos como a un monstruo? Si el amor es la mitad de imponente de lo que siempre nos han dicho, podríamos pero, por supuesto, eso no es así; porque el amor que nos contaron no sabe caminar sobre las aguas, se las bebe. Como en tantas otras ocasiones, creemos en cosas que no entendemos.
El personaje de Kate Winslet (espléndida, bella, muy grande) nos muestra que debemos construir desde la oscuridad si queremos reconocernos bajo la lluvia, y allí despertaremos solos porque cosas como el amor, dios, la patria o la fidelidad no son más que palabras que suenan demasiado bien para ser ciertas; si no entendemos que todo está en nuestras manos, seguiremos enganchados a la pared, pensando que ocurre algo interesante en la habitación de al lado, que sigue tan vacía como siempre.
Desde luego, una película profundamente romántica.
8 comentarios:
Anónimo
dijo...
Extraño compañero, el amor Montaraz. Te veo duro con el tema pero entiendo lo que quieres decir. vivimos alelados con promesas que nos hemos inventado nosotros mismas, porque sobre todo somos las mujeres, que parece que queremos cosas que nunca conseguiremos y cuatro flores y dos palabras bonitas y nos pensamos que hemos descubierto algo especial cuando las historias se repiten. Me ha encantado la película, encuentro bellísima a Kate Winslet tan normal como seductor. Mi total bisexualidad es toda suya ! Ana.
amor, patria, dios..estoy de acuderdo contigo que son palabras vacias (y éso que en su nombre hemos hecho auténticas barbaridades), les falta vida. Porque vida es también miedo, cobardía, traición, soledad, y nosotros mismos atormentados por nuestro pasado y sus consecuencias. Si, su mirada me seduce y me enternece, no sé muy bien porque, tal ve me engaño y quiero pensar que es Amor. Chapeau Kate Winslet. Chapeau Psycomoro.
No pretende parecer duro, Ana, quizás escéptico con lo que la gente invoca en nombre del amor. El personaje del gran Ralph Fiennes es un claro ejemplo de cómo el recuerdo de algo que nunca fue lo que hubiéramos querido es sinónimo de amor; no creo que sean sólo las mujeres quienes sufren la confusión.
Tal y como sucede en la película, todos hemos tendido a pensar que una atracción física, el sexo sentido y profundo, por sí solo no puede ser nada; que tenemos que otorgarle algo más, que debemos convertirlo en amor, en algo con más valor, aunque no sepamos qué es ese algo ni para qué sirve. Complicamos la felicidad con nuestras ansias de trascender, y, en el camino, nos perdemos en sendas que nos ahogan.
Lo más triste de todo es cuando, además de equivocarnos en el fondo, pretendemos comprar un perdón que tiene diferentes precios según quién sufra. Supongo que, después de todo, ese es el tema central de la película.
Todos nos engañamos, pero sólo quien sabe que los juegos están para ser jugados, puede disfrutar de toda la partida. Necesitamos ser mirados, deseados, seducidos... y, entre todas esas necesidades, olvidamos la más importante de todas; necesitamos disfrutar de la vida y ésta no tiene nombres, si acaso la sombra de nuestra sonrisa cuando sentimos que vale la pena estar por aquí. Eso debería ser el amor, y siempre arranca en uno mismo, con esa sonrisa. Gracias !
No puedo añadir nada más a la, como siempre, genial crítica de nuestro amigo, pero sí apuntar algo que creo merece unas líneas: la genial interpretación del "kid"! Capaz de transformar un rostro anodino de adolescente en un milagro de belleza sólo con una sonrisa; capaz de interpretar todos los sentimientos que su compañera celosamente guarda a buen recaudo... Amor grande capaz de hacer mella para siempre en sus relaciones con el mundo. Cobardía? O respeto? Puede que mi "otra" interpretación sea simplista, pero por qué no conceder más crédito al "gran" amor y hacer que la humillación sea una salida no negociable para él? Besos!
Totalmente de acuerdo; el kid se llama David Kross, alemán, y no debe ser fácil tener delante a Kate Winslet y no quedarse atrás. Respecto a tu lectura acerca del amor grande, pensé durante buena parte de la historia que estábamos ante eso, una relación de amor fatal que consumía el paso del tiempo; pero creo que eso se tuerce en el reencuentro final entre los dos.
En ese momento, y sin desvelar nada, cuando la oportunidad de demostrar ese respeto que el gran amor debería conceder por fin un respiro, la solución se muestra dura; tan dura que te hace replantearte si lo que el personaje de Ralph Fiennes siente, y lo que ha hecho, no es nada más que gestos para enjuagar la culpa terrible de todo un pueblo, más que una demostración de amor.
Están solos, vuelven a estar solos otra vez; ella busca recuperar algo que la hizo mantenerse con vida durante su cautiverio. Él trae el maldito estado de las cosas. Duro; muy duro. Supongo que, en el fondo, como lo es el amor.
No hay lecturas simplistas. Lo único simple es la sonrisa y por eso es tan necesaria. Quizás tu lectura se encuentre más cerca de esa sonrisa que mi escepticismo de cámara oscura y lleno de polvo.
Y yo que siento que el verdadero amor surgió de las cintas, de las lecturas a solas, del empeño por aprender... Hasta entonces ella es una mujer sola,con miedos y necesidades y su relación con el chico no me parece tanto de amor como de deseo, casi de un modo imperativo. El romanticismo aparece luego en su vida dentro de la cárcel, en sus reflexiones, en sus falsas esperanzas y para él es una necesidad de compensación a su silencio más que un acto de amor es como si en cada lectura que le envía expiase su culpa.
Esa es la sensación que tuve mientras veía el momento de las cintas, Madelene. Era como un respiro que necesitas con urgencia, algo que te haga pensar que las cosas pueden ser de otra manera.
Queda alojada en mi zona de pesimismo intransitable la certeza de que se trata de una declaración de amor inconclusa; es verdadera cuando sucede,pero sólo en relación con la culpa que se expía. Ese reencuentro debía haber sido la confesión de amor definitiva y no lo es. Te deja el hielo clavado en el estómago; la posibilidad de que, después de todo, los humanos no sepamos mirar fuera de nosotros mismos.
Me encanta lo de "pensamientos saltimbanquis". Enhorabuena por el Blog.
8 comentarios:
Extraño compañero, el amor Montaraz. Te veo duro con el tema pero entiendo lo que quieres decir. vivimos alelados con promesas que nos hemos inventado nosotros mismas, porque sobre todo somos las mujeres, que parece que queremos cosas que nunca conseguiremos y cuatro flores y dos palabras bonitas y nos pensamos que hemos descubierto algo especial cuando las historias se repiten. Me ha encantado la película, encuentro bellísima a Kate Winslet tan normal como seductor. Mi total bisexualidad es toda suya ! Ana.
amor, patria, dios..estoy de acuderdo contigo que son palabras vacias (y éso que en su nombre hemos hecho auténticas barbaridades), les falta vida. Porque vida es también miedo, cobardía, traición, soledad, y nosotros mismos atormentados por nuestro pasado y sus consecuencias. Si, su mirada me seduce y me enternece, no sé muy bien porque, tal ve me engaño y quiero pensar que es Amor. Chapeau Kate Winslet. Chapeau Psycomoro.
No pretende parecer duro, Ana, quizás escéptico con lo que la gente invoca en nombre del amor. El personaje del gran Ralph Fiennes es un claro ejemplo de cómo el recuerdo de algo que nunca fue lo que hubiéramos querido es sinónimo de amor; no creo que sean sólo las mujeres quienes sufren la confusión.
Tal y como sucede en la película, todos hemos tendido a pensar que una atracción física, el sexo sentido y profundo, por sí solo no puede ser nada; que tenemos que otorgarle algo más, que debemos convertirlo en amor, en algo con más valor, aunque no sepamos qué es ese algo ni para qué sirve. Complicamos la felicidad con nuestras ansias de trascender, y, en el camino, nos perdemos en sendas que nos ahogan.
Lo más triste de todo es cuando, además de equivocarnos en el fondo, pretendemos comprar un perdón que tiene diferentes precios según quién sufra. Supongo que, después de todo, ese es el tema central de la película.
Todos nos engañamos, pero sólo quien sabe que los juegos están para ser jugados, puede disfrutar de toda la partida. Necesitamos ser mirados, deseados, seducidos... y, entre todas esas necesidades, olvidamos la más importante de todas; necesitamos disfrutar de la vida y ésta no tiene nombres, si acaso la sombra de nuestra sonrisa cuando sentimos que vale la pena estar por aquí. Eso debería ser el amor, y siempre arranca en uno mismo, con esa sonrisa. Gracias !
No puedo añadir nada más a la, como siempre, genial crítica de nuestro amigo, pero sí apuntar algo que creo merece unas líneas: la genial interpretación del "kid"! Capaz de transformar un rostro anodino de adolescente en un milagro de belleza sólo con una sonrisa; capaz de interpretar todos los sentimientos que su compañera celosamente guarda a buen recaudo... Amor grande capaz de hacer mella para siempre en sus relaciones con el mundo. Cobardía? O respeto? Puede que mi "otra" interpretación sea simplista, pero por qué no conceder más crédito al "gran" amor y hacer que la humillación sea una salida no negociable para él?
Besos!
Totalmente de acuerdo; el kid se llama David Kross, alemán, y no debe ser fácil tener delante a Kate Winslet y no quedarse atrás. Respecto a tu lectura acerca del amor grande, pensé durante buena parte de la historia que estábamos ante eso, una relación de amor fatal que consumía el paso del tiempo; pero creo que eso se tuerce en el reencuentro final entre los dos.
En ese momento, y sin desvelar nada, cuando la oportunidad de demostrar ese respeto que el gran amor debería conceder por fin un respiro, la solución se muestra dura; tan dura que te hace replantearte si lo que el personaje de Ralph Fiennes siente, y lo que ha hecho, no es nada más que gestos para enjuagar la culpa terrible de todo un pueblo, más que una demostración de amor.
Están solos, vuelven a estar solos otra vez; ella busca recuperar algo que la hizo mantenerse con vida durante su cautiverio. Él trae el maldito estado de las cosas. Duro; muy duro. Supongo que, en el fondo, como lo es el amor.
No hay lecturas simplistas. Lo único simple es la sonrisa y por eso es tan necesaria. Quizás tu lectura se encuentre más cerca de esa sonrisa que mi escepticismo de cámara oscura y lleno de polvo.
Besos.
Y yo que siento que el verdadero amor surgió de las cintas, de las lecturas a solas, del empeño por aprender...
Hasta entonces ella es una mujer sola,con miedos y necesidades y su relación con el chico no me parece tanto de amor como de deseo, casi de un modo imperativo. El romanticismo aparece luego en su vida dentro de la cárcel, en sus reflexiones, en sus falsas esperanzas y para él es una necesidad de compensación a su silencio más que un acto de amor es como si en cada lectura que le envía expiase su culpa.
Esa es la sensación que tuve mientras veía el momento de las cintas, Madelene. Era como un respiro que necesitas con urgencia, algo que te haga pensar que las cosas pueden ser de otra manera.
Queda alojada en mi zona de pesimismo intransitable la certeza de que se trata de una declaración de amor inconclusa; es verdadera cuando sucede,pero sólo en relación con la culpa que se expía. Ese reencuentro debía haber sido la confesión de amor definitiva y no lo es. Te deja el hielo clavado en el estómago; la posibilidad de que, después de todo, los humanos no sepamos mirar fuera de nosotros mismos.
Me encanta lo de "pensamientos saltimbanquis". Enhorabuena por el Blog.
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