Monty Python

No hace mucho tiempo estuve hablando con alguien acerca de lo extraño que resulta el sentido del humor. Pocas cosas son tan personales; gente con la que compartes prácticamente todo no entenderá por qué según qué cosas te resultan tan graciosas.

Mientras hablábamos, pensaba en si habían tipos de sentido del humor; si existía un tipo humor concreto que se identificara con tu manera de ser. Dicen que quien ríe con el humor surrealista tiende a ser tímido y prefiere quedarse para sí mismo sus placeres, algo así como un Onán de la risa. Lo cierto es que no me queda muy claro qué es el humor surrealista, porque si la afirmación acerca de la timidez es cierta, no me encajan las fiestas que he compartido viendo a gente como quien nos ocupa hoy, el origen del humor torcido, los Monty Python.

Cuando los veo en acción, me sorprende recordar los años que han pasado (empezaron a finales de los años 60) y lo efectivos que continúan resultando. Es cierto que es un humor extraño y que, a simple vista, incluso puede parecer demasiado fácil.

Creo que precisamente ésa es la clave de lo que debe ser el humor absurdo. Tomar situaciones que son corrientes, desubicarlas y utilizarlas para lanzar mensajes más allá del lenguaje. Es curioso porque pienso que es el humor más político que existe, por lo subversivo de sus formas.

Supongo que la política ya no pertenece a los políticos: ya no dan ni para reírse de ellos, debes ignorarlos y actuar como si no te importaran lo más mínimo. ¿Acaso existe algo más tremendo para el "orden establecido" que hacer discursos desde un mundo que no existe? No hay nada más incontrolable que aquello que no puede existir. Es como la carcajada de un fantasma que vive en una caja. Es una caja tan pequeña que es imposible que nadie viva dentro, tan cerrada que no puede escucharse nada en su interior, tan caja que es imposible que tenga ninguna importancia. Pero tú estás ahí, y necesitas dar crédito a lo que has oído para no volverte loco.

A eso se dedicaron los Monty Python, a saltárselo todo a la torera. No había tradición, tópico o autoridad a los que no le dieran la vuelta mil veces hasta dejarles el hocico demasiado cerca del trasero. Y en ese juego construyeron lo más cercano al concepto de humor político que nunca se ha hecho. Y sin hablar de política. Inolvidables.

Miguel Ángel...

...y el loro muerto