Y acabó. El día 23 de Mayo finalizó una de las apuestas más arriesgadas, complejas y, por qué no decirlo, delirantes que ha dado la televisión. Lost llegó a su último minuto, y en ese preciso instante se dispararon las teclas más afiladas a decapitar con saña el descomunal atrevimiento de sus creadores. Vivimos en un mundo donde todavía es inaceptable la libertad artística, sobre todo si ésta viene reñida con los prejuicios que dictan nuestras preferencias.
Es posible que algunas de las tramas de la serie no llevaran a ningún sitio, como es innegable que algunos de sus personajes no acabaron aportando demasiado al desarrollo de la historia. También parece evidente que la coherencia aplastante de la serie en sus intenciones ha hecho muy difícil mantener la atención siempre al mismo nivel. Pero, dicho esto, estamos muy probablemente ante el producto más ambicioso, revolucionario y entretenido que nunca se ha estrenado en televisión.
Lo más interesante de Lost siempre ha sido esa inquebrantable vinculación con la literatura como motor narrativo; ese deseo manifiesto de alejarse de los modelos preestablecidos para adentrarse en un terreno inexplorado donde los espectadores eran constantemente retados con una historia que siempre avanzaba sobre sí misma, extendiendo su lógica contra unos personajes sin salida, unos locos de cristal que descubren demasiado tarde que quedaba tiempo para la lucha. Y son esos personajes el centro neurálgico de un sistema que nunca ha traicionado la lógica del relato.
Nunca antes una obra había sido sometida a un análisis tan exhaustivo, en ocasiones rayando la obsesión enfermiza, por parte de un público exigente como pocos, tan preocupado por encontrar respuestas como ignorante ante la belleza de las preguntas. Resulta estremecedor pensar en el reto de afrontar ese último capítulo, sabiendo de antemano que el resultado iba a ser objeto de millones de opiniones adversas, inevitablemente insatisfechas; porque esa es la primera verdad, y éxito, de la serie, haber creado un pequeño universo perdido en cada una de las mentes de los televidentes.
Ante esa expectación excesiva e inevitablemente injusta, los creadores han optado por el más difícil todavía; han decidido mantener vivo el misterio explicándolo todo. Ha sido tremendamente divertido observar cómo las tremendas opiniones negativas que primero aparecieron han ido mutando silenciosamente en algo muy distinto, hasta convertirse en una admiración desatada por un ejercicio narrativo digno de los mejores escritores. La ficción en televisión se ha hecho mayor y reclama atención.
Porque han sido seis años de secretos que sólo lo eran porque no podían ser desvelados; emociones contenidas en frascos de material radioactivo; mensajes al servicio del esfuerzo del espectador; retos elevados al malabarismo (ese final de la tercera temporada); protagonistas que compartían contigo la necesidad de no volver a equivocarse. Y todo ello envuelto en un embalaje de máxima diversión, perfecto acabado (impresionante banda sonora de Michael Giacchino) y descaro argumental.
El gran acierto de la historia ha sido jugar con elementos que nos resultan esenciales para construir cualquier comprensión; el tiempo, el espacio, la vida, la muerte. Todo ha dejado de tener valor en este cóctel caprichoso que llevaba mucho más alcohol del previsto. Cuando quisimos empezar saborear la bebida ya estábamos mareados, en sus manos.
Y en el fresco hay trazos de la mejor literatura (qué hubiera ocurrido sin Stephen King, Joseph Conrad o Philip K.Dik); mitología histórica y religiosa; alardes de coherencia argumental al alcance de muy pocos. Y la sensación de engaño siempre ha ido de la mano de una evidencia admiración por la apabullante lógica del resultado.
La colisión con el final ha sido un estruendo y la razón principal ha sido la falta de respuestas; pero estoy convencido que precisamente esa era la única opción válida. ¿Realmente alguien esperaba un listado desatascando enigmas? Todos los secretos de la isla estaban en el interior de quien miraba. La comodidad siempre es una compañía poco agradecida.
Precisamente ahí reaparecen las dudas que siempre me ha generado Lost; ¿realmente se trata de una obra de autoría única? En ocasiones, he tenido la sensación de que su universo se ha construido tanto en la mente de sus creadores como en la de los espectadores que, con su vehemente dedicación, colaboraban a la creación de la mitología de la serie, en la construcción de ese juego de espejos infinito que iba lanzando mensajes que siempre se correspondían con su némesis narrativa. Pasado y presente; luz y oscuridad; ciencia y religión; escritor y lector.
Y en esa jaula de reflejos es donde realmente Lost alcanza su dimensión real porque, asumiendo que resultaba imposible saber quién miraba qué en todo momento, los guionistas decidieron tomar el control y esculpir un final tan atrevido como gozosamente cuestionable.
La situación me recuerda mucho a la vivida en su momento con Twin Peaks; después de una suerte de derivaciones más o menos descontroladas, que poco aportaban al estupendo arranque de la serie, David Lynch retomó la dirección del embrollo en el último capítulo y ejecutó un golpe de timón que dejó helada a una audiencia que se había acostumbrado a otro discurso, muy lejos del alucinógeno y tremendo rostro del Agente Cooper descubriéndose transformado, sudando ante su destino poseído. Un grandioso final para una serie que acabó hipotecando su misterio por el público. Pero los tiempos han cambiado.
No dudo que cada uno tendrá su opinión acerca del final de Lost y seguramente muchos habríamos limado algunos momentos (esa imaginería religiosa), pero resulta innegable la valentía con la que nos han lanzado al vacío durante estos años, creando una ficción que está llamada a cambiar las reglas de un juego que parecía muerto.
Y ahora nos quedamos algo huérfanos. Sin esos personajes en búsqueda de una redención que transita entre la ambición inhumana de la ciencia y el integrismo homicida de cualquier credo. Sólo ese trozo de tierra perdido en ningún sitio consigue dar un sentido a su existencia. Hemos tenido muerte y drama; ausencias y reencuentros; amor y descubrimiento; errores fatales y sacrificios inútiles. Pero sobre todo y ante todo, hemos tenido Aventura. Porque ese creo que es el mensaje final de Lost; todas esas personas perdidas, encalladas en ningún sitio, pasaron juntos los mejores momentos de sus vidas; los únicos recuerdos que llegaron a valer alguna vez la pena.
Quizás, la mejor banda sonora nunca compuesta para una serie de television.
26 de mayo de 2010
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15 comentarios:
No puedo decirte nada de esa serie, pues nunca la ví, a pesar de la insistencia de muy allegados que me la ponían en bandeja...vaya, por decirlo de alguna manera. Escribes tan bien, que me dan ganas de verla...
Pero me he pasado como dos horas repasando tu blog.
Eres un pozo de satisfacciones.
Del cine: La carretera, no desmerece nada de la literatura extraordinaria de McCarthy...¿no habrás leído Todos los hermosos caballos? La cinta blanca, impresionante. El secreto de...súper.
(algunas otras no las he visto)
De la musica: Ya me has dado antes algunas claves, como J. Newsom. Y sigo el recorrido con Anthony &..., dolor dulce, Nick Cave, dagas en el alma, chicas divinas que no conozco y que oiré gracias a ti...y termino con el divino Cohen. Sus Chelsea, Suzanne, me estan haciendo llorar desde hace décadas. Además, mi compañero lo vió un par de veces en Londres, hace como 40 años (!), una de ellas en Whigt, y aparte de Hendrix,(y otros) es música pegada a las paredes, a los muebles, a la piel que porto.
Tendría otras cosas que escribirte, pero creo que me he pasado.
No sabes lo que he aprendido contigo en esta mañana serena y silenciosa. GRACIAS
¡Ah, y qué bien escribes!
Tantos besos...!
Hola, Virgi, me has dejado sin palabras... Muchas gracias por haberme dedicado tu tiempo y por compartir tantas cosas que siento muy cercanas. Hay momentos que son un lujo. En cuanto a la serie, te la recomiendo como puro espectáculo muy disfrutable, y como juego de espejos narrativos a punto de romperse. Es una caja de música literaria más que interesante. Muchos besos... y gracias de nuevo !
Psyco, ya hablamos de esa serie cuando nos conocimos y bueno, me sorprende que sea de las pocas que no la ha seguido. El caso es que esta semana ha habido un buen revuelo en los medios por el final de ésta, casi nos han saturado... creo que si me la hubieses contado un poco (algún capítulo del principio) como cuentas todo,pues posiblemente me hubiese enganchado:))) Te envío besos perdidos.
Hola, Ginebra. Siempre andas a tiempo de engancharte. Y, si no, guarda la sensación de que hay una aventura rondando por ahí a la que siempre podrás visitar cuando te llame la necesidad de alejarte de lo cotidiano y dejarte llevar por un juego de idas, venidas y locos contrastes. Muchos besos encontrados.
Hola, Montaraz. Es curioso porque me recomendaron esta serie hasta ponerse pesados. Por rebote no quise verla en su momento pero aprovechando una de mis largas estancias en Londres decidí tragarme sola todas las temporadas, todas. Y me pareció sensacional, divertida, emocionante, complicada. En cuanto al final, me parece muy coherente con el resto de la serie aunque pienso que podrían haber evitado algún elemento espiritual si hubieran alargado una temporada más (la cantidad de series que se alargan porque sí repitiéndose hasta el cansancio y aquí realmente hacía falta). Dicho eso, estoy seguro que nunca habrían contentado a todos porque el mayor problema es que se despedían para siempre y eso en sí mismo ya era el peor de los incovenientes.
Creo que es de lo mejor que nunca se ha hecho en televisión y difícilmente superable sobre todo por lo arriesgada que era y lo que, como puro producto de entretenimiento, pedía al espectador medio. Estoy con Virgi, escribes como los ángeles y siempre conviertes en un placer recuperarte. Muchos besos.
Es una de las reflexiones más lúcidas y bien escritas que he leído de Lost y mira que han hbaido un montón. Además sin explicar nada acerca del final. A mí me interesaron más las cuatro primeras temporadas aunque reconozco que esta última ha tenido algunos momentos realmente increibles. Es una serie que merece pasar a la historia. Tu blog me parece una maravilla.
Muchas gracias, Ana. Sí, como todo, cuando se llega a la exposición excesiva puede resultar cansino. Me alegro de que superaras el exceso y decidieras el cómo y el cuando verla. Dice mucho de ti. No eres la primera que defiende la necesidad de una temporada más, pero no creo que vaya a suceder; sencillamente se acabó. Muy acertada tu reflexión acerca de que el mayor problema que afrontaban era que el público debía aceptar que se tenía que acabar; ese era un gran inconveniente, grande e inevitable.
Hola, Anónimo. Gracias por tus palabras. Yo también prefería las primeras temporadas pero pude ver momentos de mucha calidad en casi todas ellas. Eso la aleja de muchos otros productos que limitan su impacto a la repetición de una fórmula eficiente, que funciona, pero repetitiva y previsible.
madre mia lost,pues no a dado cuerda ni nada,me gusta sobretodo que la relacionaras con la literatura¡que bueno por dios!
un saludo psyco...
a mi me puedes llamar achlys o pacorrica,como gustes ;p
besos
Hola, Pacorra. Es lo bueno que tienen los nombres; sólo explican una parte de nosotros. Si los cambios, la parte más importante subsiste a ese tipo de detalles. Gracias por tus comentarios. Besos.
Muchos quedaron parados al llegar al final. Sin palabras. Sin gestos. Sólo un "ya está?" en sus caras que no pudo borrarse en días. Ana tiene razón, la mayor crítica ha sido que llegara el final, pero es inevitable.
Lost me ha hecho disfrutar, imaginar, discutir, pensar... Nada más le puedo pedir, no?
Un buen resumen de la serie sin entrar ni en su argumento ni en su final, Psyco.
También con tu entrada se me ha quedado cara de "ya está????"
Suerte que contigo sí tenemos continuidad.
Muchas gracias por ello.
Sí, Anónimo, siempre es una buena señal que queramos seguir disfrutando; siempre quiere decir algo. Eres muy amable con tus comentarios; ni creas, a mí también me resulya extraño separarme de una entrada, es como si te despidieras para siempre de ella, como si en un momento determinado tuvieras que cerrar para siempre el cofre que contienen todas las cosas que tenías que decir. Gracias.
Hace unos días ví una parodia, en que se doblaba una escena de la película "El Hundimiento" en la que Hitler se lamentaba y mosqueaba con el final de Lost: Ahora que iba hacer él con los números tatuados en el culo... pues bueno, no tan exagerado pero nos hemos quedado todos con cara de tontos... rendidos, emocionados,solos.
La caja boba ya no era tan boba; tenías una cita-en horarios varios y cambiantes- en una isla con gente interesante, ambigua, con vidas llenas de contrastes, con historias, que les pasaban cosas fantásticas y trastocadoras... y todo esto ha terminado.
Ya nada va ser igual...
Me consuela por eso saber que puedo seguir desconcertándome leyendo tus "idas de olla" ... Saludos
Muy bueno lo del dictador, Heiliger; y me alegro de que te sirvan de consuelo mis tonterías. Confío que entre todos consigamos cubrir ese vacío delirante que ha dejado Lost, como espero que sirva para que se abra una nueva puerta a ficciones más arriesgadas y comprometidas con ese dulce riesgo que se destapa cuando un creador decide hacer lo que le da exactamente la gana. Saludos.
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