9 de octubre de 2009

Todo está grabado

Algo no estaba bien en mi cuerpo esta mañana. Ajeno a mí, algo ha sucedido; algo que debería haber sabido pero que no contó conmigo para crecer. Me siento como si las circunstancias se hubieran comido mi corazón mientras dormía. Despierto, descubro que la cordura es un caramelo envenenado; te endulza la boca pero te abrasa la garganta.

Resulta evidente que debería haberme dado cuenta, tan evidente como que ya es tarde para nada. Mi mente se partió en la noche, incrustada contra aquella criminal mesa de salón; retorno estúpido de mis ojos derramados sobre el espejo que sonríe antes de romperse.

El sudor de mis manos se escapa; huye hacia el final de mi espalda, cansado cuenco lleno de abismos hambrientos. Y no hace calor, pero me arde la piel; arde cuando se aleja hacia un lugar donde sólo seré un completo desconocido, donde nadie me espera. Es el hogar de las sombras de la carne; el último rincón donde podré volver a apostar el poco dinero que me queda. Allí, soy otro; pero nunca seré nada más.

Y todo parecía preparado. Mis recuerdos son falsos, fotografías sepia de seres sonrientes que nunca conocí. Los miro intentando recuperar un pasado que nunca estuvo ahí. El engaño es una caricia que sólo sirve cuando duele.

La noche me ha devuelto al fondo del armario; soy esa prenda usada que nunca te volverás a poner, la compasión sin código de una legión de sirvientes armados con cuchillos. La cama está sin deshacer y mi mente llena de arrugas. Es duro aprender a dibujar la locura cuando sabes que sus líneas son las únicas que vez rectas.

Intento abrazarme al tablón del naufragio pero sólo engullo más agua. Las cosas se han mudado sin avisar. Todo lo que me queda es esta enorme erección que me ha golpeado esta mañana; parece una broma química que mi sexo sea el único que parezca entender qué ha sucedido; seguro de sí mismo, esperando poder sacar provecho del poco tiempo que me queda.

Es un mundo que se deshace, algo que se escurre entre grietas que escupen luz al cerrarse, entonando extrañas melodías de despedida mientras lanzan guiños contra mis rostro alucinado. Y notas el temblor de la cinta que se encalla en plena fiesta, cuando descubres que nunca hubo instrumentos. La banda nunca aceptó tu invitación, prefirió acudir a aquel extraño espectáculo que montaron tus recuerdos sin avisarte. Maldito concierto de sonidos espaciales.

Necesito aire para que la sangre abandone la inflamación de la lucha; acepto que ya no importa quién fui porque nadie lo recuerda. Me incorporo sobre mis cálculos erróneos e intento convencerme de que esos pies pequeños que martillean los zócalos en la oscuridad no son lo que parecen. Mi último esfuerzo lo gasto engañándome y pensando que no me está pasando lo mismo que le pasó a Betty.


12 comentarios:

Anónimo dijo...

Impresionante, Psyco

Creemos que lo controlamos todo, ¿verdad?

Pobres ilusos¡

Un besazo (estremecido)

Ginebra dijo...

Dio, Psycomoro!!!! es.... genial!!!
En algunas frases estoy yo, quizás estés tú, no lo sé, pero estoy yo también, puedo asegurártelo...
Siempre se acaba la función y eso no es lo malo, hay algo peor, más terrible: que se acaba cuando menos lo esperamos, sin ser conscientes del final.
Besos algo tristones después de leerte. Besos de regreso.

PSYCOMORO dijo...

Gracias, Lospasos; no controlamos absolutamente nada pero tampoco podemos ignorar que eso nos hace crecer. Tan sólo quería escribir sobre el instante en que te percatas del error en que te has convertido, en lo equivocado que estabas. Cuando miras exhausto hacia un mundo que justo acada de nacer ante tus narices. Besazo

PSYCOMORO dijo...

Gracias, Ginebra. No quiero trasladar tristeza; quizás es algo más parecido a la inquietud ante ese nuevo orden que está hambriento ante tí, esperando lo mejor que puedas darle; pero tú estás agotada, como si hubieras recorrido un gran trecho, cuando todo lo que has conseguido es avanzar en círculos sobre un error que era la propia esencia de las cosas. Eso es algo difícil de explicar si no abusas de la inspiración que te regala gente como David Lynch.

Me gusta la idea de vivir contigo dentro de algunas frases; es como compartir las palabras antes de usarlas. Besos.

Anónimo dijo...

Escalofriante, Montaraz. Es estremecedor como te metes en las tripas de Mulholland Drive como quien no está haciendo nada y construyes una pieza de orfebrería como esta. Hay mucha gente que dice no entenderla pero pienso que precisamente en el momento que has colgado se explica perfectamente lo que está sucediendo. Tu escrito es impresionante por eso, coge lo aterrador de ese momento y lo convierte en poesía diaria. Cada día me resultas más inspirador por decirlo de una manera fina... Un beso sin banda entre las cortinas del Club Silencio. Ana.

Violeta dijo...

M'impressiones profundament amb els teus escrits, les teves reflexions. Descrius la realitat d'una manera contundent. Quina angoixa tan sentida.

PSYCOMORO dijo...

Gracias Ana; sí, Mulholland Drive es una especie de juego de capas narrativas que te atrapa hasta asfixiarte; justo cuando parece que el aire no va a volver, llegas al Club Silencio; todo toma sentido de una manera atronadora y descubres que las máscaras las habías dibujado tú mismo, que nadie es culpable excepto tú. Me gusta inspirarte, pero no te fíes demasiado de las consecuencias... Un beso entre las arrugas de esas cortinas que te explican secretos al oído.

PSYCOMORO dijo...

Gràcies, Violeta. Més que angoixa és la sensació de qui ha estat dormint molt de temps i desperta d'una manera inacceptable per als sentits. Trigues en reaccionar; i quan ho fas, descobreixes que allò que semblava un somni és el que hauràs d'acceptar com a realitat, si no vols continuar enganyant-te a tu mateix.

Ginebra dijo...

Psycomoro, he pasado de nuevo por tu rincón, más que nada para agradecerte personalmente cada comentario tuyo a lo que escribo. Me interesa mucho tu punto de vista que siempre me hace pensar...
Bueno, que tengas buen día. Besos

PSYCOMORO dijo...

Un placer. Ginebra; todo un placer. Besos.

Claudia dijo...

Impresionante PSYCO, y trepidante y asombroso como Mulholland Drive, donde la presión y la ogonía de no saber qué pasa, qué se nos quiere contar, pasa a ser un relato poético, donde lo que importa es el puro cine.
Este película es una verdadera obra de arte contemporáneo, donde la estética y la forma predominan sobre la narratividad...
Tenemos que aprender a ver, a dejarnos llevar por la vida y a aceptar que no todo está delante de nuestras narices, ni cabe en nuestro puño cerrado... Aunque parece increible, aún no terminamos de entender que no somos el centro de la existencia...

Un besazo grande grande

PSYCOMORO dijo...

Hola Claudia. Si, ese es elemento a despejar. La forma se convierte en la clave para descifrar un argumento que se escurre entre tus dedos si abres las manos para comprobar qué se ha derramado sobre ellas. Eso es Mulholland Drive, líquido que sólo quema cuando toca el suelo y descubre a tus pies que llevan demasiado tiempo parados. Muchas gracias por el comentario y un besazo.