21 de diciembre de 2008

Monos naranja y derechos de autor

Existen mundos que te abrasan desde su silencio; no creemos que sean ciertos y eso nos regala el derecho a estar cuerdos. O eso pensamos nosotros; porque nos equivocamos. El infierno arde sin hacer ruido, a espaldas de lo que hemos aprendido a entender. Olvidar eso nos podría regalar la injusticia de vivir cómodamente. Conocerlo, aceptarlo y apoyarlo es poco menos que un asesinato en masa del cual nos hemos convertido todos en cómplices.

Que podamos convivir con una aberración como el campo de concentración que Estados Unidos tuvo a bien levantar en Guantánamo y que consigamos dormir por las noches es una muestra más de lo fácil que resulta mirar hacia otro lado cuando la sangre no te salpica.

Para aquellos que prefieran no saber, ahí va un resumen. Se trata de una prisión militar donde han sido confinadas como animales 750 personas a las que los EEUU consideraron “combatientes enemigos ilegales”, según datos de Amnistía Internacional. Por supuesto, cualquier aplicación del Derecho internacional o de unas mínimas garantías procesales fue ignorada desde el principio. Después de siete años, sólo dos personas han sido declaradas culpables por el Gobierno americano, si es que eso tiene el más mínimo valor.

La práctica de la tortura, como ocurrió en Abu Ghraib, se ha convertido en la diversión preferida de los verdugos en ese particular paraíso de dementes. Intento no pensar demasiado en cosas así; es algo que supera cualquier descripción. Algo para estar escondido en un rincón que nunca debería haber existido. Pero está ahí. Y miramos. Y callamos. Así son las cosas.

Entre los horrores que están sucediendo hoy mismo entre esos muros hay delicias como condenar a las víctimas a encierros en pequeñas habitaciones donde se les somete a la escucha de canciones a volúmenes inaguantables para minar su estabilidad psicológica hasta llevarlos a la locura, a través de estados de shock repetidos. La falta de sueño y la desesperación hacen el resto.

Un grupo de músicos, al saber que los puñales que arrancaban la carne de esa pobre gente eran obras escritas por ellos, han pedido que se cese en esas prácticas y que, por fin, se clausure ese monumento al genocidio. Rage Against the Machine, Bruce Springsteen o Masive Attack han expresado su repulsa más absoluta.

Pero esas voces que se han levantado contra la barbarie de poco servirán porque podéis a apostar que Born in the USA o Killing in the Name están sonando ahora mismo en algún rincón oscuro con la única intención de reventar los recuerdos de una vida mínimamente normal. Es siniestro que lo que fueron alegatos contra el fascismo y la guerra estén siendo utilizados hoy como instrumentos de devastación. No se puede ser más miserable.

Ayer pensaba en qué se debe sentir cuando alguien utiliza algo que has creado para actos tan deleznables como esos. ¿Quién protege a esos autores? Y me pregunté si no debe haber algún canon digital para eso. ¿Dónde se esconden “los otros” cuando los que maltratan los derechos de autor son bestias enloquecidas por el poder y no particulares intercambiando música?

Como en tantas otras ocasiones, sólo nos movemos por dinero. Los derechos de los autores nos importan algo menos que una mierda; como sus opiniones. ¿Quién va a acudir al Ejército de los Estados Unidos a reclamarle los derechos por la difusión de material protegido? ¿Y si han pagado por utilizar esas canciones? ¿Y si, después de todo, están dentro de la legalidad vigente y los criminales somos los demás?

Suerte tenemos de todavía hay músicos que son algo más que unos royalties en manos de quien siempre mira hacia otro lado. Como dice Tom Morello, de Rage Against de the Machine, debería cerrarse Guantámo, pero debo llevarle la contraria en una cosa. Yo no dejaría sólo una celda en funcionamiento, reservaría tres; los iluminados de las Azores se las merecen. El nuestro todavía no ha mostrado ni el más mínimo asomo de arrepentimiento; tan católico, él.

http://www.elpais.com/articulo/agenda/tortura/silencio/elpepigen/20081215elpepiage_2/Tes

Y la descomunal rabia de RATM contra el estado de las cosas. ¿Ya has hecho lo que te dijeron que hicieras? En fin.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Tu si que eres descomunal. Como puede ser que todavía exista la tortura? Que debe pasarte por la cabeza cuando aceptas cosas así y participas en ellas? Suerte tenemos que hay gente como esos músicos que nos recuerdan que todavía vale la pena luchar. El tema de los derechos de autor es simplemente ridículo como se lleva y absurdo a lo que se está llegando. RATM son brutales, auténticos y reales. Como tú. Ana.

PSYCOMORO dijo...

Es extraño que nos convirtamos en entes moralizantes de doble fondo cuando hablamos del sexo y entendamos que cosas así sucedan por algo que se llama "la guerra contra el terror". Si te paras a pensarlo es casi cómico; lo sería si no fuera por la carne. De hecho es casi tan cómico como lo de los derechos de autor.

La hipocresía me paraliza, nunca llegaré a entender cómo hemos podido llegar a dar tanta credibilidad a toda esta gente. Rage Against de Machine son salvajes pero sus mensajes son tan claros que parecen lanzados por un niño que no sabe decir mentiras. Entiendo su rabia. Gracias, Ana; gracias por seguir ahí.

La Fera dijo...

A mi también me gustan las personas salvajes que lanzan mensajes con la sinceridad de un niño. Sé que no hay una única verdad. También sé que muchas veces ésta sufre y soporta un disfraz. Es lo que está de moda. Todo son escaparates. Me dedico a mirar a través de ellos y sonrío cuando encuentro algo que parece que no podía estar allí. Lo invisible se torna visible. Un simple truco de magia venenosa. Con todo mi respeto para los ilusionistas, por supuesto, no es lo mismo no mostrar.... que engañar.

PSYCOMORO dijo...

Hola Fera. Me gusta tenerte de vuelta... No lo hubiera podido explicar mejor que tú; la verdad y sus eternos juegos de espejos rotos.

Cada día que pasa tengo más claro que este rincón tiene más sentido leyendo los comentarios que las entradas en sí mismas; son más interesantes, mucho más. El tuyo de hoy me ha tocado. Es poderoso. Como tú. A sus pies, mi Fera.

Anónimo dijo...

Es cieto que todos hemos mirado hacia otro lado.
Y sólo ahora, cuando Obama ha anunciado que va a cerrar la base, es cuando nos ponemos a hablar. A gritar diría yo(qué paradoja!).
El peligro es creernos que este nuevo presidente, que a priori tiene mucho de mejor, va a ser el Mesías del Cambio.
Pero el cambio, debe empezar por uno mismo y si antes no veíamos Guantánamo, ¿cuántas cosas dejaremos en el olvido en el futuro?
El peligro somos nosotros y nuestra poca perspectiva crítica, con gloriosas excepciones psycomoras...

PSYCOMORO dijo...

El terror vive dentro del que teme; y esa cruda certeza es la que nos lleva a girar la cabeza, mirar hacia otro lado y extender la alfombra.

Desde luego la llegada de Obama debería ser una buena noticia, sobre todo pensando la era oscura que acabamos de vivir, pero estoy contigo en que nada cambiará realmente si no le sacamos partido. Si ahora no nos da miedo hablar de Guantánamo, ¿qué temor nos hacía ignorarlo hace dos días? En el fondo creo que es la expresión más mezquina del deseo de que las cosas no cambien demasiado mientras podamos seguir respirando.

Aquel poema de Bertol Brecht acerca de ignorar la enfermedad que siempre ha llevado nuestro nombre mantiene su vigencia, como su obra. Mientras ignoremos por miedo, moriremos de miedo.

Anónimo dijo...

Todo lo que veo en este blog me fascina. No comparto totalmente tus ideas políticas pero me quedo tan enganchada a tu manera de escribir que me estás haciendo dudar de todo. Me he tirado horas leyéndote y dejándome engatusar por tus fotos y tus gustos. No suelo escribir comentarios pero te los mereces. Me tienes embelesada Psycomoro.

PSYCOMORO dijo...

Muchas gracias. Respecto a la política, mira, no le des demasiadas vueltas; a veces ni yo mismo comparto mis ideas. Las dudas siempre son la primera parada del camino más apasionante, o al menos a mí siempre me han acompañado hasta esos sitios donde valía la pena llegar. Todo un placer dudar embelesado junto a ti.