30 de agosto de 2008

Quique González

Cuando pienso en la música que se hace en España, siempre acude a mí un cierto aire de melancolía; suelo recordar algunas canciones que, por razones que a menudo se escapan de la lógica, significaron algo en un sentido demasiado concreto como para que me pare a pensar si aquella era o no una buena canción. Eso es lo que me suele pasar con la música española, sólo me trae recuerdos ligados a ella; las personas que estuvieron en aquellos momentos superan mi cariño por las canciones.

Supongo que esa es la principal razón por que mi imaginario musical es totalmente anglosajón: en mi mente, esas notas pueden a sus momentos. Esas canciones por sí mismas, y todo lo que me inspiraron, han edificado mi vida. Esa es la diferencia, no necesito una secuencia de recuerdos, las canciones son mis recuerdos. Reconozco que eso no me sucede con la música hecha en este país, pero no pienso que eso signifique nada más que el encaje de mis gustos en el entorno que me ha tocado vivir.

A ello no ayuda una industria absolutamente desorientada (a pesar de lo que digan, lo está mucho más que en otros países) que acuna proyectos y artistas de difícil exportación y más difícil transcendencia y donde el éxito inmediato se ha convertido en el único activo que puede abanderar a un artista.

El otro día hablaba de este tema con un amigo, que defendía que esto es lo que ocurría en todo el mundo, que así funcionaba el negocio de la música. No estoy de acuerdo. Es verdad que todos los mercados se mueven por los beneficios que generen, pero no es menos cierto que la tradición musical de este país se está ahogando entre televisiones, fiestas y mil canciones del momento. Tenemos una visión muy latina del tema; la música es diversión; y divertirnos es cuanto podemos esperar de ella.

Pero esto sucede de manera general. Hay casos en los que alguien busca sus raíces más allá de lo que queda en la cocina. Está claro que hay casos, y me acuden Manolo García y los jovencísimos Antònia Font a la mente, pero hay más, que demuestran que en este país se ha hecho algo por entender la música de otra manera. Pero hoy visitaremos a ortra persona.

Quique González podría ser tu vecino, tu colega o un compañero de pupitre a quien no alcanzas a recordar. Pero no. Es un gran músico y un mejor escritor. Lo descubrí hace unos años, a través de Ajuste Cuentas, un directo impecable que publicó como resumen de su carrera y en el que tenía colaboraciones de coetáneos como Drexler, Bunbury o Ivan Ferreiro. La primera canción que escuché fue Pequeño Rock and Roll y me quedé absolutamente prendado del sonido de aquella banda, de su voz y, muy especialmente, de las historias que explicaba.

Es una puerta abierta a la esperanza para aquellos que disfrutamos de la música y pensamos que una canción es algo que puede sobrevivir a sus circunstancias; para aquellos que, en el fondo, nos limitamos a caminar entre las sombras, hambrientos de inspiración.

Y los Conserjes de Noche; bajo mi punto de vista, su mejor tema.


Pero no es el único:

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me he colocado en Fav tu blog y lo visito mucho. Me gusta Quique González y alucino pensando que sea tan desconocido para el gran público. Y los conserjes... es una de las mejores canciones que se han escrito jamás en el pop español, así sin más. Sigue así.

PSYCOMORO dijo...

Vaya, pues gracias. Intentaré seguir así; respecto a Quique González, efectivamente es uno de esos grandes misterios que esconde la promoción musical en este país; parece que esté empeñada en ignorar que la gente está preparada a escuchar de todo y no sólo éxitos inmediatos de usar y tirar. Al menos, ha conseguido darse a conocer; es mucho más de lo que otros pueden hacer, tristemente.

Anónimo dijo...

Por cosas de la vida, el año pasado conocí a Quique, es un tio encantador y musico como no hay otro en este pais. Un poeta de verdad. Me ha encantado que te hayas fijado en el porque se lo merece. Este país seguirá ignorandolo porque seguimos en otro mundo, pero se merece todo lo bueno que le pase. Ana. Dejaras algun dia de sorprenderme???

PSYCOMORO dijo...

Eso sí que es una sopresa, Ana; si tienes la oportunidad de hablar con él, anímale para que siga en lo que hace como lo hace, creo que no hay nada mejor que eso y que hay pocos con tan honestos y las cosas tan claras como él. Vaya sopresa...