Se oye decir que hay una organización en nuestro país (cuyo nombre voy a omitir por razones que serán desveladas más adelante) que reúne y dice representar a la gente que ha tomado ese torcido y ahogante camino que es convertirse en un creador. Esos artistas que acaban convirtiendo su vida en un caminar sobre frustrante acero con ganas de amputar.
Mi respeto hacia esos héroes sin tiempo no puede escribirse, y mi gratitud por su inspiración se demuestra en mis estertores literarios de plagio desnudo, que siempre han sido el único sello evidente de mi estilo, si es que tengo alguno. Pero hay algo que se mueve a su alrededor que me inquieta.
Sé que todos necesitamos dinero y que los autores no viven de la satisfacción de su público. Hasta ahí llego. Lo que definitivamente no alcanzo a entender es ese concepto abstracto y arrojadizo que se llama derecho de autor. El artista es un trabajador de la cultura, como tal merece ser pagado; pero me niego a pensar que no sea nada más que eso.
Escucho cantar a Billie Holiday y me imagino a mí mismo trabajando en la oficina; intento tender puentes; me ahogo. Definitivamente no es lo mismo. ¿Cantaban aquellos esclavos recién llegados de otro continente para que les pagaran, o lo hacían para fijar su imagen en una historia que quería devorarlos?
Puedes tener todo el dinero del mundo, pero nunca podrás comprar la sensación de ser un esclavo; nunca comprarás el miedo suficiente para eso. Me temo que esa gente no conocía qué eran los derechos de autor. Alguien mucho más organizado, más libre y más blanco que ellos se ocupó de grabarles y construir sobre aquellos lamentos toda la música del siglo XX.
Esa capacidad de reunir a los necesitados para sentirse parte de algo importante es una característica que une a religiones, patrias, ejércitos… y a según qué organizaciones caritativas cuya única preocupación es la gestión adecuada de los intereses de unos artistas que han olvidado de dónde procede la música.
Entiendo que quien tiene intereses más o menos cercanos tienda a organizarse; pero, al menos tal y como yo lo veo, la base de cualquier organización lucrativa pasa por cierta vocación de autofinanciarse porque ése es el precio de la libertad cuando, como es el caso, se dispone de cantidades ingentes de dinero. En eso también se parecen a la Iglesia, mira tú por dónde.
Hasta ahí el orden de las cosas. Un grupo de artistas se adhieren a un lobby de poder mediático y político que lucha por sus conveniencias, buscando la mayor rentabilidad posible. Ahora, lo que ha ocurrido estos últimos años ha alterado en algo el ritmo.
Parece ser que Internet, a parte de ser una puerta para poder llegar a un público más amplio y evitar intermediarios (y anular algunas necesidades), se ha convertido también en una plaga que está acabando con los artistas. Uno a uno, sin compasión.
Me resulta muy gracioso escuchar a según qué discográficas decir que no pueden apoyar a músicos jóvenes por los efectos que está teniendo la piratería en sus arcas. ¿Alguien se ha parado a escuchar los lanzamientos de las grandes productoras de este país? Hasta donde yo alcanzo a entender, como no procedas de un reality de la televisión, tengas una ensalada por peinado y bailes lanzando patadas propias de un karateka malayo al aire, esta gente ni va a reparar en tu presencia.
La piratería sólo hiere a los peluqueros; no es enemiga del músico que tiene que reunir él solo el dinero necesario para grabar sus tres primeras canciones; éste tipo de gente lo pasó mal en el pasado y lo pasará mal en el futuro; el único origen de ese problema radica en que la industria está en manos de inversores.
En toda esta feria de despropósitos, de todas maneras, quien se lleva el gato al agua es aquella organización de autores nacionales. Sabemos que quiere recopilar dinero a través de impuestos revolucionarios sobre según qué productos, que tiene en marcha una campaña contra Internet, cuyo última y más voraz de las consecuencias acabará siendo la censura; sabemos que Paquito el Chocolatero es su canción más emblemática, pues es la que más réditos les da año tras año, y está claro que el dinero es su vocabulario.
Lo que no estaba tan claro es qué hacían con todo esos ingresos. Ahora ya lo sabemos. Resulta que, en su desinteresada campaña por la defensa de los derechos fundamentales, han decidido atacar a aquellas opiniones vertidas en la red que no declaren una total adhesión a su tarea mesiánica. Las demandas, que cuestan dinero, como los abogados, van disparándose en el ciberespacio como pinceles que dibujan el mundo en el que estos enamorados del arte querrían vivir.
Y tengo miedo. No puedo nombrarlos; ni eso puedo hacer en ejercicio de mis propios derechos de autor. Parece ser que los jueces les dan la razón, faltaría más, y acaban de condenar por un delito contra el honor al creador de un blog, por albergar un link que te dirigía a otra página donde se insultada a estos señores. Sí, por eso, no es broma.
Me imagino a los representantes de los autores de este país anotando el nombre de su organización en Google e iniciando la cacería. No sé a vosotros, pero eso me recuerda a según qué momentos de según qué sociedades; y no sigo porque ahora mismo no dispongo de 9.000 euros para hacerme el tipo duro.
Sólo escribo para que, si en algún momento cometes el error de hacer lo que estos señores exigen y compras un DVD o un CD originales, te pares a pensar unos momentos en qué se está utilizando el gran beneficio que de ahí sacan según qué intermediarios de los derechos. Robar es delito, recuérdalo.
Y a todo esto los autores, me refiero a los de verdad, van descubriendo poco a poco que si lo que has decidido es ser músico, y no una estrella del firmamento, Internet va a ser un vehículo fundamental para cualquier expresión artística en cuestión de diez años. Si no, al tiempo.
http://www.elpais.com/articulo/cultura/SGAE/recaudo/377/millones/2007/pese/desplome/venta/CD/DVD/elpepucul/20080422elpepucul_13/Tes
http://www.elpais.com/articulo/Pantallas/SGAE/bloguero/elpepirtv/20080616elpepirtv_2/Tes
9 de agosto de 2008
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8 comentarios:
Vale, Montaraz, que le pasa a la gente, o es que no te leen o es que el mundo se ha parado y yo no me he dado cuenta. nadie tiene nada que decir. Eso que me controlo para no escribir cada día, pero es que el resto estan durmiendo. Un día resultará que has cerrado el blog y todo seran quejas pero mientrastanto todos escondidos!
Estoy muy de acuerdo con lo que dices. que conste que, revelación!, yo me dedico a la música profesionalmente y no espero de estos señores nada más que se vayan a su casa y nos dejen a todos en paz. Sin internet, nunca me hubiera podido dedicar a esto. Me gusta eso de que la piratería solo hiere a los peluqueros, cuanta razon tienes, como siempre. Me voy de vacaciones. A ver si alguien escribe por aquí, que esto es un trabajazo no se si os habeis dado cuenta y no vale disfrutar y ya esta. A comunicarse que esto es la red. como nos quedemos sin Psyco. Ana
Ana, eres lo que no está escrito. No seas injusta; hay gente que prefiere sentarse a mirar y regalarte una sonrisa en lugar de unas palabras. No me quejo. Sobre todo teniéndote a ti por aquí, que te ocupas de que no se me duerma el público.
Además, supongo que ya habrás notado que circula por aquí otro/a fan número uno con comentarios más que interesantes, así que no bajes la guardia !
No me podía imaginar que te dedicaras a la música. Compones? Escribes? Tocas? Produces? Tienes a toda una audiencia intrigada.
Mientras sueñe, habrá Psycomoro.
Sólo hay que fijarse en la pandilla que se ha aliado con el régimen censor para ver lo que es la cultura oficial en este país. Robar es delito, y sacar el rédito de según que bazofia que no está a la altura ni de ser escuchada en un chiringuito de Salou también debería serlo ... no es país para artistas.
Caen mal y no pueden evitarlo; no me extraña que se hagan cosas como la que cuentas para al menos intentar reirse de ellos, pero ni eso nos queda. Qué capacidad para adaptarse a los tiempos ... qué pena.
Yo intento ser algo menos pesimista porque sigo creyendo que hay gente en este país que tiene cosas que decir y no necesita que le expliquen cómo hacerlo, o cuanto cuesta hacerlo... En el fondo, lo de estos señores no se trata de nada más que de un negocio, lo que sucede es que jugar así con el arte y con los esfuerzos de gente que camina con lo poco que le queda, bueno, eso quizás es lo peor. Pero tiempo al tiempo, no hablaremos de todo esto de aquí a diez años. Confía.
Ya he visto lo de la otra fan, por que seguro que es mujer, y me encanta.escribo canto y compongo en ingles. Vivo en youtube.Estoy loca con Tom Waits, por tu culpa, montaraz. Ana
No puedo opinar sobre este tema porque realmente no conozco cómo funcionan, qué beneficios sacan ni de qué se nutren. Aunque me lo puedo imaginar...
Lo único que puedo comentar es que hay mucha gente que vive de la música y que no necesita que nadie, sin su permiso, se "preocupe" por ellos (¿qué son, una especie de secta religiosa????).
Como ejemplo a seguir, me gusta fijarme en actitudes como la de Bonnie Prince Billy (hoy sale artículo en elpais.com: “Este tipo no quiere triunfar”). Supongo que a eso os referís, no? Pero, claro, "money is money" y no todo el mundo está dispuesto a aceptar que "ser músico" no tiene por qué ser sinónimo de "ser famoso".
Suerte que hay gente que sí piensa que puede ser escritor aún no dando su nombre! (cuánto dinero desperdiciado).
Y tú Ana, no nos vas a decir cómo encontrarte en Youtube???? Please…
Bonnie Prince Billy es uno de los ejemplos a los que me refería; un excelente músico al que importa un pimiento aparecer en los medios, mientras pueda seguir dedicándose a lo que le gusta y para eso, digan lo que digan, tampoco es necesario tanto. De momento, cada vez que este señor viene a España, dobla la audiencia de su última visita;sus únicos argumentos son la música y su honestidad. Ahí es nada.
Ah,y me uno al último anónimo. Ana, comparte lo que haces. Estoy seguro que vas a arrastrar a más de un@ incondicional por aquí...
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