12 de junio de 2008

Los jueces, la basura y la dulce separación de poderes

Se oye decir que en las cloacas de lo políticamente necesario se ha desarrollado una especie de esquiva apariencia pero letales maneras; han decidido llamarles jueces, pero nadie los ha visto fuera de sus guaridas. Viven en sus castillos de cristal opaco, tras los fosos de líquida separación de poderes. Nadie los atraviesa porque hay algo en el agua que muerde, o al menos eso es lo que te cuenta la cara de quien prefiere no cruzar.

Me sorprende esa dulce canción de espinas con la que se defienden los que prefieren no cuestionar. "Yo respeto las decisiones judiciales". Lo siento, pero yo no lo hago y cada vez estoy más convencido de que no se trata de una alternativa, es casi una cuestión de principios. Por mucho que me esfuerzo, no veo en las decisiones de algunos jueces nada más que la aplicación de una técnica que decide sobre elementos demasiado complejos como para aplastarlos con elementos cartesianos. Quizás no haya una manera mejor de hacerlo, pero no puedo aceptar, ni respetar, lo que diga un juez si no lo comparto.

Últimamente amanecemos demasiado a menudo con decisiones judiciales que rozan el ridículo. Para no repetirme, y no volver a sangrar, pasaré por alto el papel que están juzgando en el genocidio machista de este país. Pero no se queda ahí. Suelen montarse unas fiestas en sus castillos que dan verdadero pavor; lo triste es que la sociedad se ha acostumbrado a vivir ajena a las formas que se intuyen tras esos aparadores opacos, aunque todos tenemos muy claro qué está sucediendo puertas adentro.

Hemos asistido a decisiones manifiestamente alucinantes: "me limito a aplicar la ley". Seguro. Si algo tienen las leyes, desde que existen, es que pueden aplicarse de mil maneras; su imperio ha escondido y justificado matanzas, guerras crueles y gobiernos de tiranos. Desde luego la ley puede ser bien aplicada, y bien escrita, pero también puede ser usada para desangrar la historia de un país. No deja de ser curioso cómo las mismas leyes han convivido en períodos de dictadura y democracia, eso sí, dando resultados curiosamente distintos.

Por eso, cuando ves que un juez se escuda en esa banal pátina de intocables que les regalamos para tomar decisiones morales, no puedes más que sorprenderte. Un juez aplica la ley, sí, pero sus opiniones debe aparcarlas justo al lado de la poca vergüenza que les parece quedar a algunos.

No alcanzo a entender cómo puede ser que un médico pueda ejercer su derecho a la objeción de conciencia cuando tiene que practicar un aborto (para otro día, esos facultativos que objetan para la seguridad social y los practican en la privada), pero un juez, en una situación relativamente semejante, no tiene la obligación, en este caso, de ejercer la misma objeción cuando su moral le impide llegar a un veredicto objetivo.

Recientemente se ha producido una noticia tremendamente mediática, y que cada día escupe más claroscuros a lo que nos vendieron como evidente. En algunas clínicas privadas de este país se practicaron abortos que aparentemente no encajaban dentro de los supuestos tipificados por la ley, otra vez la ley. No volveré sobre el asunto porque ya han dado suficiente cuenta de él todos los medios, pero no deja de ser curioso cómo se ha aprovechado para criminalizar a las mujeres que llevaron a cabo esos abortos. No voy valorar ahora si fue correcto o no lo que se hizo, porque eso da motivo para muchas otras líneas, pero desde el principio todo apestaba a oportuna campaña lanzada a la arena de los tigres. Ahora estoy más seguro que nunca de ello.

Alternativa Española. Es un grupo ultraderechista y ultracatólico (también ultranacionalista, aunque no sea ni vasco ni catalán, señores) que ha sido aceptado como acusación particular en uno de los procesos abiertos contra una de estas clínicas abortistas. No hace demasiado tiempo, angelitos de esta organización ya habían manifestado su opinión de manera, digamos, poco civilizada, ante las puertas de la clínica. Ahora un juez les ha dado fuerza para participar en un proceso judicial, donde podrán tener acceso a las listas de las mujeres que han practicado abortos. No hace falta que relate la opinión que tienen acerca de ellas, ni qué harían si estuviera en sus manos es solucionar este asunto.

No niego que cualquiera pueda acceder a los mecanismos del Estado para impartir justicia, pero ¿debemos permitir que grupos que marean los principios democráticos más básicos tengan tantas facilidades? En otros casos, está claro que no lo hacemos; en algunos casos, incluso declaramos ilegales tales organizaciones. Sorprende.

Otro caso relativamente reciente ha sido el protagonizado por un juez de Murcia que retiró la custodia de su hija a un madre por el hecho de ser lesbiana. "El ambiente homosexual perjudica a los menores y aumenta sensiblemente el riesgo de que éstos lo sean"; mientras no acaben siendo jueces, muy señor mío. El tipo tiene un trago; no sólo es esperpéntico sino que, al oírlo hablar, tienes que esforzarte por no reír. El problema es que es juez. Y va por ahí con la mala costumbre de dictar sentencias, recordándonos su retorcida visión de la vida. Por supuesto, no es la primera vez que lo hace (tuvo algunas perlas dirigidas a mujeres que se atrevían a mostrar sus pechos en la playa que vale la pena rescatar de la hemeroteca); supongo que ésta tampoco será la última. Y está aplicando la ley; me pregunto cuál. Sus víctimas también.

Necesitamos a los jueces; son parte del sistema tal como lo hemos aceptado. Pero va siendo hora que ellos también nos necesiten a nosotros. Han quedado atrás aquellas épocas en que tan sólo unos pocos podían dirimir el destino de sus semejantes; deberíamos explicar a más de uno, aquejado de un complejo de dios malsano, que sólo está ahí porque nos lo hemos ganado. Su trabajo es merecer seguir haciendo lo que hace. Deberíamos dejarles claro que esa es la primera de sus obligaciones. Está claro que nuestros políticos van a seguir narcotizados por una interpretación interesada de la separación de poderes.

http://www.elpais.com/articulo/sociedad/juez/admite/partido/ultraderechista/acusacion/particular/caso/clinica/Isadora/elpepusoc/20080606elpepusoc_6/Tes

http://www.elpais.com/articulo/sociedad/juez/Murcia/retira/custodia/hijas/madre/ser/lesbiana/elpepusoc/20070723elpepusoc_2/Tes

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Si hay algo alucinante es que en el siglo XXI se permite a unos bestias trocear y triturar a niños pequeños. Matar un bebé como quien mata una mosca.

Soy de izquierdas, y precisamente por eso estoy en contra del genocidio abortista. Tengo un hermanito con síndrome de down, y me provoca repugnancia que unos neonazis con vestimentas de progres digan que hay que "interrumpir" su vida porque tiene una tara. Es monstruoso.

Por eso, por amor a mi hermano y a todos los niños del mundo, me he afiliado a Alternativa Española. Un partido con corazón, un partido con principios. Visita www.alternativaespanola.com

Anónimo dijo...

Hola Oscar, si algo tengo claro es que no escribo contra gente con Sindrome de Down,que tambien es un tema que no me resulta lejano, te lo puedo asegurar. El cariño que inspiran es dificil de trasladar. Otra cosa es que liguemos eso a hacer interpretaciones de los derechos mas fundamentales apoyados en jueces que van mucho mas alla de sus labores. No quiero que esos señores dicten sentencias en base a ideologias, ni la tuya ni la mia, de una forma tan flagrante; creo que es un peligro. Respeto tu manera de pensar y te aseguro que antes de escribir nada intento ponerme en la piel de los demas, pero teneis que entender que esa actitud agresiva que siempre os acompaña hace dudar acerca de si vosotros os habeis puesto en el lugar de los otros implicadas en este tema, a las que, en el mejor de los casos, tendeis a ignorar. Perdona la ortografia y demas, no estoy escribiendo en la mejor de las condiciones tecnicas. Gracias por tu comentario, Oscar. Psycomoro

Anónimo dijo...

Bebé es el que ha nacido. Bebé es el niño deseado y querido que crece, aprende y avanza.
El aborto es una decisión difícil que ninguna persona querría llegar a tomar, pero debe ser una opción indiscutible para dar sentido al derecho a la libertad.
¿Quién cree tener la moral suficiente como para poder juzgar? Yo no. ¿Quién juzga al juzgador que lo hace? Yo me permito hacerlo. Estoy contigo, Psycomoro.

Anónimo dijo...

Gracias, anonimo, es un tema complicado pero pienso que tenemos que empezar a proteger determinados derechos en esta sociedad construida para los hombres. Me parece muy indecente la posicion de la Iglesia preocupandose por los que no han nacido en el primer mundo y promoviendo la muerte de los infectados por SIDA en el continente africano evangelizando con la prohibicion del preservativo. No se puede ser mas hipocrita ni menos humano ante un hecho que es una verdadera epidemia y que ellos siguen viendo como un castigo divino al pecador. Esta gente no nos puede dar lecciones. De nada. Psycomoro