12 de julio de 2010

Kick-Ass

Si Quentin Tarantino hubiera decidido trasladar su apabullante genio pop al terreno de los superhéroes, muy probablemente el resultado no habría distado mucho del obtenido por Matthew Vaughn en Kick-Ass, ejercicio de estilo referencial abonado a la cuerda floja. Apasionante adaptación del cómic homónimo; divertida renovación del concepto cinematográfico de héroe, eliminando cualquier posibilidad de encaje en una sociedad que ya ha imaginado sus propios dioses; y, con ellos, sus propios demonios.

Un adolescente aquejado de mucho tiempo libre y pocas buenas ideas, se pregunta la razón por la que nadie ha intentado nunca ser un superhéroe. Por qué sólo desequilibrados suicidas se colocan capas para lanzarse al vacío desde un rascacielos, comprobando que no pueden volar justo antes de estallar sus huesos contra un coche aparcado en el sitio equivocado.

Decide probar suerte y adquiere un traje por internet, identidad que roza el ridículo pero que, curiosamente el propio protagonista nunca alcanza a cuestionar; la inocente fe que profesa por su nuevo cometido le anestesia ante una realidad que acepta a ese personaje por el efecto viral de la red y lo estrambótico de su actitud. Esa es la cuna de los héroes que quedan, llenar espacios huérfanos de historias nuevas.

Pero no tarda en descubrir que ese mundo ya tenía otros moradores; monstruos escondidos que no han hallado su propia leyenda, vagando entre las sombras de una sociedad que no entiende de segundas oportunidades. Y allí adoptan gestos peligrosos, al margen de un sistema que han dejado de entender, muy cerca de expresiones que van desde la venganza implacable al fascismo de conciencia desesperadas.


Y ellos protagonizan los momentos más interesantes; Big Daddy, relajado en las formas pero doloroso en un interior clavado a la injusta muerte de su mujer. Y, por supuesto, Hit Girl, un verdadero Armagedón, metáfora viviente de un complejo de Electra asesino; un personaje memorable que se ha convertido desde ya en uno de los mejores del año.


Una niña de doce años cuyos únicos referentes morales son un padre enfermo de ausencia y una madre a la que sólo puede recordar a través de la venganza. Acaba resultando enternecedora la pavorosa relación que mantiene con su padre, ese Big Daddy que no ha descubierto otra forma de amar a lo único que le queda.

Se ha querido levantar la polémica por la violencia gratuita y la participación de gente joven en ella. Está claro que pueden plantearse problemas morales de ese calado y que nadie obliga a comulgar con el entramado ético de la película, pero también lo está que el sentido del humor no es uno de los fuertes de nuestra cultura.

Estamos mucho más cómodos sobreviviendo entre la hipocresía que se aleja de la ficción; la que nos permite apartar la vista ante las atrocidades que sufren los niños cuando son llamados a participar en guerras incomprensibles. Ante esos espantos, solemos ser mucho menos activos; preferimos rasgarnos las vestiduras con una película que busca entretener, aunque sea mostrándonos el lado menos amable de una sociedad decididamente extraña.


Y en esos detalles menos complacientes se encuentra el mayor interés de Kick-Ass. El protagonista, descubriendo el lado más doloroso de los juegos; esa niña perdida entre algodones de sangre y autismo social; Big Daddy, convirtiendo la venganza en un juego que sólo nos lleva al punto de partida, solventando sólo una pequeña parte de un problema inabarcable, sacrificando las pocas cosas que seguían importando.


Y todo ello, empaquetado en un envoltorio brillante, de ejecución impresionante (atención a las secuencias de acción y a su conjunción perfecta con una banda sonora tan ecléctica como sobresaliente). Se suceden lo ecos al cine reciente, siempre con un enfoque incómodo; hay homenajes directos a Kill Bill (esa obra maestra que crece a cada revisión, virtud reservada a casi todas las travesuras de Tarantino).

Poco apoyada por el éxito de taquilla en este país (una inefable entelequia que parece reservada a hitos del esperpento como “Sexo en Nueva York 2”) pero reconocida por la crítica como una definitiva bocanada de aire fresco en un entorno anclado en un cómodo aburrimiento.

10 comentarios:

Achlys dijo...

despues de lo leido no queda mas remedio que curiosear kick-ass...me han entrado unas ganas de verla...por cierto estoy contigo en tu mención a kill-bill¡que me gusta esa pelicula!Tarantino es asi

abrazos

PSYCOMORO dijo...

Hola Achlys. Sí, algún día nos acercaremos a ese loco descontrolado y sin complejos que es Tarantino. Es un creador total, imprevisible. Respecto a Kick-Ass, entronca totalmente con ese espíritu macarra y explosivo; puro divertimiento creado desde un estricto y casi reverencial respeto por lo que se está haciendo. Un abrazo.

Anónimo dijo...

Muy buen Blog. Siempre muy interesante, es una visita obligada. Escribes realmente bien. Kick-Ass es la mejor película del año, ni más ni menos. Divertida, ágil, tarantiniana (como tú dices) y muy desmitificadora. Felicidades por el blog.

PSYCOMORO dijo...

Gracias, Anónimo. No sé si es o no la mejor película del año, lo que está claro es que ninguna como ella ha lanzado un puñetazo tal de incorrección política y diversión sin complejos, y eso definitivamente es mucho. Gracias.

virgi dijo...

Como me parece de lo más interesasnte todo lo que cuelgas, antes de comentar he ido a buscar datos de la peli. Y vi un trailer genial, puro comic, con crítica, humor y golpes estupendos. La veré, sin duda.
Bueno, si la traen. Si no, esperaré alguna otra oportunidad.
¡Y qué bien escribes!
Yo he sido una coleccionista de cómics durante mucho tiempo, luego lo abandoné, espacio para colocarlos, muy caros...en fin, ahora leo de vez en cuando.
Montón de gracias, a ver si encuentro más de la película.
Un abrazo.
De comic, si quieres.

PSYCOMORO dijo...

Gracias, Virgi. Efectivamente respira comic por todos sus poros; de hecho, es la adaptación de uno. Si has sido aficionada a ese mundo, la vas a disfrutar, y mucho. Ya nos dirás qué tal. Lo cierto es que siempre he sentido un especial cariño por la gente del mundo del comic; entiendo perfectamente esa atracción por historias capsuladas, imprevisibles y originales. Me parece un universo inacabable. Así que te devuelvo ese abrazo de comic.

Ana dijo...

La vi ayer, Montaraz, y me pareció un despeslote divertidísimo. Tienes mucha razón con el tema de Tarantino, también vi cierta tristeza en los ojos de esa niña en cuerpo de killer. Me parece increible que no falles en ninguna de tus recomendaciones, eso o somos almas gemelas. Un beso.

PSYCOMORO dijo...

Hola Ana; sí, ayer lo comentaba precisamente con una amiga, la tristeza extraña de esa niña que ya no podrá crecer. Un luchadora solitaria. Gracias, alma gemela. otro beso.

NoSurrender dijo...

ah, está bien huir de moralejas revestidas de "ética" en las películas. En eso Tarantino es un genio libre, sí. La estética siempre enseñó más ética cuanod fue más libre.

Eso sí, de Tarantino siempre preferiré Pulp Fiction ;)

Salud!

PSYCOMORO dijo...

La ética de la estética como señuelo narrativo; efectivamente, en eso Tarantino sabe mucho más de lo que muestra. No deja de ser el motivo último de la libertad, exhibir el desparpajo de parecer libre. Un abrazo, Lagarto.