Me gusta el sentido que suelen tomar las recomendaciones; cuando alguien te aconseja que vivas algo que le ha impactado, parece esperar que lo hagas del mismo modo como él lo ha hecho. Porque en el fondo necesitamos compartir una experiencia, pero no la entenderíamos de un modo diferente a como nosotros la vivimos. Al final nos importa más explicar cómo nos gusta una canción que saber precisar el cuanto. Estás convencido de poder encontrar las palabras adecuadas para producir el milagro, pero éste nunca se produce. Necesitamos ver las cosas por nosotros mismos. ¿Desconfianza? Quizás tan sólo voluntad de no perdernos la mejor parte del pastel; descubrirlo.
Stephen King es para mí algo más que un escritor, es una especie de amigo fiel en el que confías sin preguntarte demasiado a menudo el porqué. Es el principal culpable de que un día me acercara a las palabras, de que me concediera el beneficio de la duda. Con el tiempo, no demasiado, acepté que no había un maravilloso espacio esperándome mientras escribía; pronto supe que escribir era algo muy diferente a lo que yo intentaba hacer. Pero, también en ese instante, descubrí el placer de perderse, la perfecta diversión que regala abandonarse a la libertad de no tener que llegar a ningún sitio. Todo eso, de alguna manera, se lo debo a King; las evidencias y la responsabilidad de disfrutar del momento. También a él le debo haber descubierto Breaking Bad; cuando alguien como él se acerca para susurrarte algo al oído, le coges la mano y atiendes. Por si acaso.
Walter White es un profesor de química al que se le diagnostica un cáncer de pulmón en estado muy avanzado; su situación económica es complicada y no la luz del túnel ha dejado de tener sentido. Ante lo poco que le promete su inmediato futuro, decide buscar soluciones; no hay tiempo. Decide aliarse con un ex alumno, que ha acabado como traficante de drogas de medio pelo, y poner sus conocimientos al servicio de la fabricación de metanfetamina. La producción lleva a la distribución y ésta, a los problemas. La cocina de los sueños. Un extraño en un mundo de sabios asesinos.
Con un estilo visual áspero y unas interpretaciones excelentes, la historia se sube al carro de esas ficciones maravillosas que últimamente están poblando la televisión y que tarde o temprano acabarán cuestionando la supremacía del cine en la creación de historias, si no lo han hecho ya.
Basculando entre la comedia más negra y el drama más explosivo, Breaking Bad incluso se plantea jugar en un terreno cercano al esperpento, donde las reglas de la corrección se riñen con la mala suerte de unos personajes que se niegan a rendirse ante una platea repleta de gestos compasivos, de consejos inútiles.
Es ejemplar la forma cómo exhibe la lucha contra la enfermedad, cómo pasa a un segundo plano frente a los quebraderos de cabeza del negocio. Impresiona el relato de violencia desmedida que impera en Nuevo Méjico y que tan bien reflejó “No es país para viejos”; la droga es ya el único idioma universal. El beneficio adictivo de la sangre.
El azar se reivindica como el único sentido de ese universo tomado por nómadas del tiempo agotado; el protagonista calcula el ritmo de la circunstancias, el estruendo de la fortuna cuando huye, y apaga sus oídos contra la pared, intentando no mirar cuando sus actos se vuelven oscuros. Pero esa precisamente la peor noticia de quien no ha aprendido a ser malo en el infierno, estás rodeado de profesores empeñados en ofrecerte la última lección.
Recomendable apuesta, la que propone Vince Gilligan (artífice de los mejores momentos de Expediente X); una gozosa posibilidad acompañar en su destino a este grupo de perdedores que han olvidado el significado de la palabra oportunidad, pero saben muy bien lo que quiere decir sobrevivir.
Dos montajes sobre imágenes de la serie. El primero sobre la belleza de Videotape de Radiohead.
Otro con Dear Science de TV on The Radio; lo bueno tiende a juntarse.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
12 comentarios:
Me gusta esta entrada, yo también me acerqué a través de King, soy de una generación dónde o eras una lolaila, lolita, o rarita, y yo era de las últimas ;-)
No conocía esta serie, y la entradita con radiohead me ha "picado" la curiosidad, de modo que... está bien que hagamos esto, para aquellos raritos que no vemos tv y si series en las que no pensar y solo ver y dejarnos llevar. La buscaré. Un saludo, un beso. La nena
Hola Nena. La alternativa de ser libre se acercaba bastante a la posibilidad de ser medianamente libre. Stephen King, a pesar de su éxito, representaba esa manera diferente de ver las cosas; era el tío rico, y excéntrico, de los raritos. Siempre fue un gran escritor, mejor de lo que su imagen permitía preveer. Le debo una entrada en exclusiva, por lo menos.
Te recomiendo la serie, vive en ese terreno donde reinan las cosas extrañas, allí donde, poco a poco, está pereciendo la televisión tradicional a favor de las historias bien contadas. Un beso y muchas gracias.
Me llevas de sorpresa en sorpresa. Ya me tienen preparada la de Kick-Ass, aunque todavía no he podido verla, y ya me entra el gusanillo de esta serie. Aunque, no sé porqué, pero así, sólo con tus textos, me parece que me atrae más la de KA...
Lo que sí es un lujo es leerte, escribes tan bien, no serás crítico en algún periódico?...
Muchos besos, de veras que ha sido un premio encontrar tu blog.
Breaking Bad está realmente bien y bueno, de King he leído muchas cosas y he visto en el cine algunas de sus novelas adaptadas. Yo creo que tiene mucho talento, como tú, Psyco, pues has analizado muy, pero que muy bien en este post tus impresiones sobre la serie.
Me alegro de volver a leerte. Te envío besos
Hola Virgi, no quiero saturar... la vida es muy larga y hay tiempo para todo. Lo que sucede con las entradas es que su necesidad llega según el ritmo que ellas mismas marcan. Un día sabes que tienes que hablar de algo que ha ocupado tu atención y te lanzas. El premio es teneros a todos por aquí y compartir tantos momentos comunes.
Hola Ginebra, ya veo que has descubierto Breaking Bad. Confío que andes disfrutándolo. King nos une a muchos y ha venido imponiéndose una revindicación de su figura más que justa. Es lo que tiene el tiempo. Me alegro de tenerte de vuelta. Un beso
Gran serie. Seca, directa y con las cosas muy claras. Me parece muy bien que la destaques, escribiendo tan bien. Tu blog es un regalo para los sentidos.
Gracias, Anónimo. Después de todo, hablar de lo que te gusta es el último motivo que lo convierte en especial.
No se pierdan esta serie, hagan caso a Psycomoro. Es diferente a cualquier otra cosa que vean en TV.
Pues eso, Anónimo, a no perdérsela. Justo acabo de finalizar la segunda temporada y confirmo que el ritmo sigue sin decaer.
Realmente es una serie impactante que no te deja indiferente. ¿Quién pone límites a alguien en su situación? Legal o ilegal. Vida o muerte. Tener o no tener elección. ¿Pero qué hacen? ¿Qué haríamos nosotros?
Tremendo dilema la del espectador gracias a un guión fantástico.
Una descripción y un análisis buenísimo el tuyo, Psycomoro. Como siempre.
Gracias, Anónimo. Sí, aciertas totalmente en tu reflexión. Se trata de cuál es la elección en los momentos difíciles; qué camino tomamos entonces. Qué signica equivocarse cuando todo es inesperado. La serie también habla de los puntos de vista y cómo nos alejan de la verdad absoluta.
Publicar un comentario