16 de octubre de 2009

The Innocents

Me ocurre demasiado a menudo que las tareas que retraso son las que mejores sorpresas me deparan. Supongo que es algo así como un premio no merecido para la comodidad sin criterio. Es lo que me ha sucedido con The Innocents (Jack Clayton, 1961), traducida con latina sutileza en España como Suspense.

Después de años escuchando encendidas recomendaciones y de haber perdido el tiempo esquivando la sugestión de la evidencia, me he lanzando a verla. Y ha valido la pena; vaya si la ha valido.

Bajo la fachada de una seminal historia de fantasmas que explica en imágenes lo que muchos otros han repetido con más o menos estilo, se esconde una obra complejísima que entronca de manera magistral con las teorías de Freud acerca del rescate inconsciente de las pulsiones emocionales por parte de una mente que nunca nos ha pertenecido.

Como el propio filósofo alemán afirmaba, ha habido tres pasajes que significan la humillación absoluta del ser humano (y el descubrimiento de su propia responsabilidad, añadiría yo); Galileo demostrando que nunca fuimos el centro del Universo; Darwin recordándonos que no somos la corona de la creación; y la evidencia aplastante de que no controlamos nuestra propia mente, especialmente sus motivaciones y reacciones.

Tomando como base la maravillosa novela de Heny James The Turn of the Screw (Otra vuelta de Tuerca), Jack Clayton se apoyó en un guión elaborado por Truman Capote y William Archibald, para edificar una delicia turbadora que gana con el paso del tiempo.

Una institutriz se hace cargo del cuidado de dos huérfanos que pertenecen a una familia adinerada. Se traslada a la mansión donde viven los niños junto a una criada. En ese entorno apartado se desata una batalla aterradora entre un pasado que no ha dejado de caminar y un presente que anda medio muerto.

Fantasmas que nadie puede recordar, tradiciones que explotan en formas aberrantes, integrismo religioso que pasa facturas inaceptables, represión sexual que no acepta prisioneros. Todo ello construye un cuadro que poco tiene que ver con lo que nos parecen traer sus impactantes imágenes.

Sólo ese final desconsolado, uno de los más demoledores que recuerdo, desvela en pocos minutos el discurso real de la película; la enfermedad que guardaba silencio se abalanza sobre la historia como un bisturí, para separar asépticamente las piezas de un rompecabezas que nunca llegó a existir.

En la línea que después siguió aquella obra maestra de Nicolas Roeg llamada Don’t Look Now (Amenaza en la Sombra, 1973), The innocents toma como excusa una historia que nunca es lo que parece para diseccionar de manera implacable una época marcada por una lucha de clases resuelta a costa de los de siempre (impecable la confrontación final entre los personajes de la institutriz y el ama de llaves) y lanza un aviso a aquellos que piensen que la incultura anda muy lejos de los credos.

Ha dejado una huella casi desconocida por el gran público pero evidente sobre películas que resultaron mucho más populares pero que nunca hubieran existido si no lo hubiera hecho antes la obra de Jack Clayton o la historia de Henry James. Sería interesante preguntar a Amenábar o a Shyamalan cuántas veces vieron The Innocents antes de rodar Los Otros y El Sexto Sentido.

Y el colofón definitivo lo trae la impresionante interpretación de Deborah Kerr (bajo mi punto de vista, nunca estuvo mejor) que acaba de redondear una película que nadie con hambre de cine debería perderse. Una obra que tendríamos que revisitar cada vez que nos flojeara la fe en las mejores historias.


Un bello homenaje con una gran canción de Kate Bush.


10 comentarios:

Ginebra dijo...

No recuerdo haber visto esta película, aunque el thriller psicológico es uno de mis géneros preferidos... La novela de la que hablas, llevada al cine, "Otra vuelta de Tuerca", me gustó mucho, ambas cosas: novela y película.
Supongo que con tu crítica de Innocents y los antecedentes de los que hablas, no hay motivo para resistirse a verla.
Me encanta como comentas las pelis que te gustan.
Besos y buen finde.

PSYCOMORO dijo...

Hola, Ginebra. Sí, creo que hubieron varias adaptaciones de la obra de James; creo que ésta fue la primera y no he visto el resto. No te resistas, no suele ser productivo... Muchas gracias y besos.

Violeta dijo...

L'haurem de veure doncs. El comentari que ens en fas posa la mel a la boca.

Una abraçada.

PSYCOMORO dijo...

De veritat que és tot un descobriment, Violeta, molt millor que la mel... Si la veus ja ens diràs què tal. Una abraçada.

Claudia dijo...

La verdad es que no había oido hablar de este película, pero ya la tengo entre mis garras (no diré porqué medios, jeje) y espero verla una de estas tardes madrileñas, estas tardes que empiezan a reflejar el invierno...
Me encanta hablar de películas y que me descubran pequeñas gotas maravillosas de cine... Así que gracias, gracias, gracias, gracias...
Un beso fantasmagórico

PSYCOMORO dijo...

Hola, Claudia. No me imagino mejor compañía para una de esas tardes madrileñas. Comparto tus medios... Ya me dirás si esas gotas diluyen en algo la llegada del invierno. Besos de sombras que disfrutan siendo más de una cosa.

Anónimo dijo...

Gran gran película que necesita ser reivindicada ya. Tiene algunas secuencias aterradoras pero lo que más asusta es lo que no enseña. Muy acertada la referencia a Los otros y al Sexto Sentido, y que conste que me gustaron las dos, pero claro... Me ha encantado tu análisis como todo lo que haces por aquí. Tremendo blog, amigo, tremendo. sigue así

Anónimo dijo...

Yo sí la recuerdo, la ví de niña y pasé mucho miedo, incluso me ha producido un escalofrío volver a ver el video...

Gracias por recordármela, creo que voy a volver a verla, ya con ojos de adulta.

Un besazo

PSYCOMORO dijo...

Hola Anónimo. Muchas gracias; totalmente de acuerdo con el tema de la reivindicación. Hay cosas que sólo crecen como se merecen cuando son compartidas.

PSYCOMORO dijo...

Hola, Lospasos. Me hubiera encantado poder vivir ese contraste; la inocencia de una infancia impresionable contra la evidencia de una realidad que nos supera cada día. Disfrútala... y explícalo ! Otro besazo