Hay imágenes que hablan idiomas que no se ven. Enseñan momentos que suceden en los huecos del lenguaje, allí donde las emociones están ancladas ante nuestros pies, con una cadena tan larga que parece nacida para hacernos caer. Tropiezas con ellas y golpeas el suelo con la fuerza de quien todavía no se había despertado del todo.
Imagino que eso sucede porque todo lo que se arrastra fuera de plano vive empujando a lo que aparece en la fotografía, y lo hace con tanta fuerza que a veces las imágenes que vemos no querían estar ahí; como si desearan una intimidad que han traicionado los demonios que habitan fuera de plano. Y ahí están, para siempre, sin saber muy bien cómo han llegado, incapaces de apartarse de la atención de quien mira, que quizás nunca sabrá que todo aquello ha sido un tremendo error.
Y el mundo que no se ve en el marco sólo sabe aúllar, sombras de noche que pueden ver en la oscuridad porque ésa es su patria. Son seres que sobreviven sin hablar entre ellos, con la única intención de llevar hacia la luz a su próxima víctima, y abandonarla en ese rincón de muerte inmóvil en que se ha convertido la fotografía en la que nadie quería salir.Debe ser así como ocurre. Una mujer muere. Su madre arremete contra la tristeza y la derrumba por pura necesidad, así sostiene el hundimiento del marido, así parece pedirle que aguante; y sus ojos son los de su hija muerta, pidiéndole que siga caminando. Él mantiene la vista clavada, perdida, como si supiera el esfuerzo que le espera cuando se enfrente a la mirada de quien ya no está.
La fotografía recoge un momento del funeral; muestra eso, y también la certeza de que cuando más falta hace caminar es cuando las fuerzas te han abandonado. Es uno de esos momentos reservados a los héroes, cuando invaden la imagen ya heridos por la batalla que acaban de librar en los infiernos que habitan fuera de plano.
8 comentarios:
Es cierto que los ojos dicen mucho. Y las fotografías, a veces, pueden captarlo.
En algunas ocasiones lágrimas no derramadas; en otras, sonrisas cómplices.
Mis ojos siguen sonriendo lágrimas, aunque en la foto no siempre se puede ver.
Los ojos no son siempre los que miran al objetivo; en ocasiones, la mirada de verdad es la que lleva tiempo formándose, la que ha luchado antes de llegar ahí, y en esa lucha pueden derramarse muchas lágrimas; son lágrimas valientes de gente que sólo llora cuando sonríe. Son el tipo de gente de la que uno nunca se quiere separar.
Me encanta la idea de que haya alguien que no vemos empujando a la gente para aparecer en la fotografias cuando no quieren hacerlo, Montaraz. Me parece una idea genial. Eres inagotable ?...;) Supongo que si. Ana
Sólo me dejo agotar por vuestras sonrisas, y eso tiene que ver con el descanso; supongo que es la tranquilidad de sentirte vigilado cuando vuelas por lugares que no conoces. Gracias, Ana.
Leyendo lo que no escribes, Psyco, se entiende la estupidez de algunas fotografías en las que nadie ha empujado a nadie ... Que viva la emocion que siempre me provocan tus palabras, una lectura tras otra.
Lo que decide vivir escondido suele tener muchas cosas que decir acerca de aquello que se muestra. Es como si conociera sus secretos y los estuviera guardando para el mejor momento. Muchas gracias !
Magníficos tus escritos. A la misma altura tus comentaristas. Me abstengo de hacer algún añadido: siento demasiado respeto por los actores de esta acción.
Una curiosidad: Has visto "The visitor"? Y, si es así, vas a hacer algún comentario?. Uno ya desearía oir tu voz en cada obra que nos toca...
Un abrazo, amigo.
Lo mejor que tiene respetar lo que admiras es que te acercas a ello cuando participas. Tengo muchas ganas de ver "The visitor"; Richard Jenkins me parece un actor absorvente. Ese abrazo va de vuelta, amigo
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