24 de marzo de 2009

El guardián y el desierto

Un día empecé a caminar contra el tiempo; he sobrevivido pensando que fue él quien decidió avanzar contra mí. Una mañana, sin que nada hubiera sido diferente a cualquier otra mañana, todo fue completamente distinto y perdí mi nombre intentando recordarlo. A partir de entonces creo que no hay más verdad que la explota entre mis manos cuando aplaudo al escuchar esos tambores de ritmo confuso.

Y sólo dudo si pienso. Sólo pienso si no duermo. Me vuelvo loco si no sueño. Quiero mirar por la ventana, ver algo más que mi rostro, pero sólo veo caras de ángulos imposibles que me recuerdan el corto camino que me aparta de la cueva de la que salí. Y sólo quiero salvarme; huir en la mejor dirección; quiero devorar el centro de ese pequeño huracán que se ha empeñado en no dejarme pegar ojo.

Porque todo está del revés. Veo que las cosas vuelan alrededor de mi casa; hay algo que no funciona; mi corazón está roto de una manera tan extraña que me pide que le llame de otra forma, que lo cambie de lugar. Lo tengo en mis manos y le enseño lo que sucede allí fuera. ¿Saben sonreír los corazones?

Intento olvidarlo, pero no puedo apartar de mi mente algo que me obsesiona. Daría todo lo que nunca tendré por poder pasar la puerta que ruge en la planta de abajo. Desde aquí la casa recoge esos bramidos y me los regala atronándome los huesos, haciendo que se hieran entre ellos en una batalla sin sentido. Tengo miedo porque sé que no podré volver a dormir. Y despierto sólo puedo pensar; y pensando, dudo.

Ayer pude bajar las escaleras y acercarme a la salida. Abajo las cosas están más relajadas; quizás la ventana me está engañando y aquellas caras no están allí por mí. Los ruidos no son tales y el huracán se quedó en el piso de arriba. Esa puerta esconde algo; pero nada peor que el individuo que la custodia y no aparta su vista de mis pies; allí se mantiene de pie, jugando con un equilibrio enfermo que me hace pensar en un circo con escaso futuro pero que piensa que todavía le queda para una nueva función. Mi puerta es suya.

Y ahora estoy pensando cómo acercarme; si ese hombre hablará mi idioma; si tras esa túnica torcida se esconde algo que está mejor escondido. Y sé que él no sabe nada de mi salvación y que esta casa siempre ha sido mía. También sé que fuera no ocurre nada malo y que el huracán murió tras de mí cuando empecé a descender esas escaleras.

Sé lo que tengo que hacer y él sabe lo que no me dejará hacer. Tiene uno de esos rostros que sólo pueden venir de tierras lejanas, donde la vida cuesta mucho menos que recitar unos versículos. Pienso en abalanzarme sobre él y lo hago. Cuando choco contra su forma medio rota me doy cuenta de que nunca atravesaré esa puerta. Muerdo. Golpeo. Embisto. Él se sorprende y responde con un rugido de molestia; cuando lo oigo identifico al huracán y descubro a qué suena el engaño.

Pienso que moriré allí mismo. Ridículo. Luchando contra un intruso que nunca invité pero que siempre estuvo aquí. ¿Así es cómo se acaban los mundos? ¿Sin moverse de su hogar? Me aparta de él y su brazo me golpea armado con pocas preguntas.

Caigo sobre mis rodillas, sorprendido por el ruido de un cráneo que se rompe hacia dentro. Miro mis tristes recuerdos del piso de arriba, devolviéndome cariño mientras se ordenan en el suelo de ese vestíbulo sin estrenar. Alzo la mirada, me dirijo a él sin apagar mi sonrisa; me gusta lo que veo. Él toma aire donde no lo hay y vuelve a reventar sus dogmas contra mí, me estrella para siempre contra el suelo.

Se gira intentando usar su cuerpo sin nombre, abre la puerta como puede y la atraviesa. El portazo me arroja aromas del exterior y risas que todavía están vivas. Y él. Lo oigo sollozar al otro lado; se deja caer sobre la puerta, lucha por no ceder pero se derrumba al suelo y resopla como un animal herido contra el polvo del mundo que nunca llegaré a ver.

Oigo cómo se desespera, cómo llora de pura sorpresa y me descubro intentando tomar aire con mi rostro apretado en una posición imposible contra la madera. Me descubro luchando por seguir respirando después que él; pienso que él está haciendo lo mismo y que no va a aguantar. Al otro lado de la puerta alguien deja de respirar y la carpa cede. Ha muerto el último de una especie, alguien que estuvo sin ser invitado; aquí, en mi casa, el lugar que yo nunca llegué a abandonar. Pienso en aquellas sonrisas y lo mucho que les queda por delante; me imagino cuánto debe calentar el sol en el desierto y empiezo a soñar. Por fin.

http://www.elpais.com/articulo/opinion/Mensaje/preservativo/elpepiopi/20090319elpepiopi_2/Tes

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Tremendo. Inquietante. Escribes demasiado bien como para que no te dediques a ello. ¿Es así? Incluso los errores parecen planeados, como disimulando lo que eres capaz de hacer. Me he quedado atónita y el link es el rumor de esos tambores. Una amiga bastante más discreta que yo me había recomendado tu página. Felicidades Psycomoro; te apuñalo junto a mis favoritos... ;)

PSYCOMORO dijo...

Muchas gracias. Vaya, es interesante el concepto de errores planeados; te puedo asegurar que tienen vida propia y que no los planeo; me superan. Ese link atrona con sus tambores de lucha. Cada día desaparecen especies; algunas son exterminadas, otras acabarán pereciendo bajo su propia responsabilidad. No sé cómo pueden vivir con ese peso encima.

Apuñálame; todo tuyo.

Anónimo dijo...

Sin palabras. Me dejas siempre atónita en el umbral de mis pensamientos, martilleada por tu torturada voz, incapaz de describir lo que me produce tu mente. Sólo siento cómo me embiste tu manera arrolladora de describirlo todo e intento comprender tus mecanismos únicos de expresión. Incluso cuando no te entiendo me impactas. En fin, a esperar una nueva dosis de magia...
Un beso,Psycomor.

PSYCOMORO dijo...

Un beso desde aquí y directo a esos rincones de embestida. Muchas gracias; la magia es atravesar ese umbral y perderse en el desierto,lejos de los guardianes y cerca del lugar donde las cosas se explican al revés.

Anónimo dijo...

Me he descolgado por aquí varias veces y me impresiona la facilidad con la que explicas las historias. Son complejas en sus metáforas, en ocasiones difíciles de seguir, pero muy directas en la forma. Necesitas volver sobre ellas para disfrutarlas como se merecen. Deberías intentarlo con narracciones más extensas; dominas el tiempo y tienes claro hacia donde vas. Eso no está al alcance de todos.

Enhorabuena, Psycomoro (me encanta el nombre; quizás un post explicando su origen).

PSYCOMORO dijo...

Vaya, pues muchas gracias. Me gustaría resultar también directo en las metáforas pero eso se me escapa; supongo que, en el fondo, son reservas fáciles para quien decide no arriesgarse diciendo las cosas como son, pero disfruto jugando con ellas.

Gracias por lo del nombre pero, de una forma muy extraña, no me pertenece; estaba ahí antes de que lo inventara, esperándome. Quizás, algún día.

Anónimo dijo...

Hay mucho bueno en tí Psycomoro, en tus puertas cerradas y en tus sueños delirantes. Los rugidos y los huracanes que están fuera, te han hecho como eres y como te muestras. Aunque a veces seas difícil de seguir.
Entrar en tu mundo o ver cómo sales tú de él es el mejor regalo que me puedes hacer. Porque mantener este blog no es fácil y debo tomarlo así, como un regalo.
Sólo un pero: por mucho que te “comentemos”, dudo en que podamos convencerte para que te arrojes de lleno a esto. Tus miedos, son mis miedos, pero te apoyo incondicionalmente.

Anónimo dijo...

Pues sí, Montaraz. Si te lanzaras, al menos podría conocerte en la firma de ejemplares. Te lo puedes imaginar? Pon Para Ana. Venga, queremos verte en la arena!

El escrito es tan impresionante que voy a evitar cualquier comentario que lo destroce. Los únicos enfermos son estos impresentables. yo creo que disfrutan con el dolor ajeno. No puedo sentir nada que no sea asco por estos animales genocidas ¿Nadie los denuncia por este tipo de declaraciones? ¿Como hicieron con el pobre Rubianes? Ana.

Y un beso pre-frima...;)

PSYCOMORO dijo...

Gracias, Anónimo. Todo lo que ronda por aquí está porque antes había estado en mis manos, y allí lo había puesto alguien que sabía de qué hablaba mucho antes que yo. Gracias por los ánimos y por seguir visitando esta jungla de rutas espesas; de momento, me lanzo contra ellas, y me acojen muy bien; su regalo es la diversión, y de eso no me puedo quejar.

PSYCOMORO dijo...

Ana, me comprometo a firmarte algo algún día, aunque no esperes grandes colas y griterío tremendo; quizás todo cuanto encuentres sea una sonrisa en forma de pregunta, una de sas preguntas que sólo puede contestar el beso que te mereces por siempre andar cerca de aquí.

Sólo se demanda a quien realmente usa la libertad de expresión. Los falsos profetas viven del engaño de creerse especies sin peligro de extinción. Otra vez más, se equivocan; y este error es de los que no tienen vueltra atrás.

Anónimo dijo...

Excelente escrito sobre un tema indispensable. Estoy con tu amiga y soy creyente, pero ¿para cuando una demanda internacional por alentar la muerte e infección de seres humanos con despiadados ensañamientos de falta de respeto? ¿Es más grave hablar de la unidad España que llamar a no usar el único método reconocido científicamente para evitar el contagio del SIDA? Esta gente no representa a aquellos que todavía creemos en la lucha por el débil y el amor por quien nos rodea. Son lo opuesto. Vaya mundo más raro. Suerte que tenemos a gente que escribe como tú; no sólo por la calidad impresionante del escrito sino por la lucha que esconde. Gracias, también de parte de los creyentes que pensamos que un mundo mejor es posible.

PSYCOMORO dijo...

Eres muy amable. Siempre he pensado que la posición de los creyentes no debe ser nada fácil; incluso en ocasiones me he planteado si vale la pena recorrer según qué caminos si puedes hacer daño a gente que sencillamente estaban ahí. Me ha gustado mucho tu comentario; estoy convencido de que según qué actitudes no puede representar a un colectivo tan amplio.

Se están hundiendo incluso a pesar de aquellos que creían en sus postulados. Seguir ahí tiene mérito... y demuestra que sois algo más que lo reflejos interesados de cuatro magnates de la demagogia.