28 de noviembre de 2008

Muros y necrosis

Me despertaba con arañazos en la cara; no eran profundos ni amables. Eran los de siempre y eran nuevos. Cada mañana solía arrastrarme anclado a la monotonía de curar aquel rostro lleno de cicatrices, con el temor de que la noche me devolviera el dolor.

No me gusta perder el tiempo en mí mismo porque sé que sólo duraré lo que aguante mi sonrisa, que cada día tiene más difícil encontrar su lugar en este campo de batalla. Los arañazos. Los arañazos aprendieron a caminar. Se descolgaron por mi espalda, descubriendo mi trasero, lanzándose desde mi piel al vacío. Se hicieron dueños de mi casa, dejé de caminar descalzo y no encontré un espejo que me explicara el destrozo que habían hecho allá atrás. Mi espalda ardía de vergüenza.

No levantaba la vista del suelo pero todo mi cuerpo aullaba cuando me inclinaba. Me dolía buscar en los rincones porque no quería descubrir mi casa; no quería saber que nunca había llegado a vivir allí. Que esto nunca volvería a llamarse hogar. Que este lugar pertenecía ahora a esas heridas de rencor que se arrastraban hasta donde no podía verlas. Sólo las notaba. Y cada centímetro que avanzaban servía para que alguna de mis cicatrices me recordara que nació para sangrar. Ahora sé que no me curaré.

El dolor se ha convertido en algo inevitable, como ese payaso con artritis que sólo sabe un número pero al que nadie se atreve a echar. Sólo me divierte adivinar hacia dónde se dirigen mis antiguos arañazos; escucho cómo se mueven en las sombras; creo que ríen de vez en cuando. Intento no pensar que estuvieron en mi piel antes de hacerse fuertes; sobrevivo olvidando que han aprendido a caminar pensando que eran parte de mí. Eso me aterra.

Están escalando los muros. Las paredes de lo que nunca fue mi casa están plagadas de jirones y restos de uñas. Veo cómo se retuercen cuando suben, cómo miran a su espalda para asegurarse que nadie evitará lo que están haciendo. Pero nadie en su sano juicio se acercaría a ellos. Sólo me reconforta pensar que esos seres nunca pudieron formar parte de mí, que todo debe formar parte de una pesadilla que me reservó un papel equivocado.

Ya no sé ni cómo llamarlos. Están por todas partes y el ruido que hacen es insoportable; no es su volumen, es su voluntad de volverte loco. Mi mente se está rompiendo hacia su interior, intentando no ver lo que sucede pero en el fondo estoy seguro de que siempre habían estado aquí. Nunca se habían marchado. Intento entenderlo pero no puedo apartar mi vista de esas extrañas posturas.

Se convierten en algo que conozco, algo que recuerdo; algo que pensaba que no necesitaba volver a ver. Pero ahora que sé lo que estaban haciendo tengo más miedo que nunca. Mientras se esfuerzan por adoptar la forma de miles de crucifijos me sorprendo imaginando de qué se alimentarán.

Están aprendiendo a cambiar. Bailan como cruces, te sonríen como lunas; gamada conciencia de metamorfosis. Ondean como banderas que cambian de color y entonan himnos metálicos que cortan la carne. Mis heridas los han reconocido y se abren para atraerlos de vuelta a casa.

Ya no puedo volver a engañarme con una última cura. Por favor vengan a buscarme porque algunos de esos seres parece que me han descubierto y me miran de una forma muy extraña; creo que tienen hambre de pasado y una memoria enferma. Lo peor son esos ojitos de caramelo en mal estado que te repiten una y otra vez que nunca han hecho daño a nadie.

http://www.20minutos.es/noticia/431773/0/prada/crucifijo/colegios/

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Fantàstic!!! Cada dia et superes a tu mateix. I en aquest cas, m'has fet sentir-me completament identificat. Quina manera més impressionant de descriure els meus malsons més terribles i arrelats! Terrors nocturns de difícil oblit perquè manipulaven la seva intenció: el bes de la vídua negra.
Crec que de mica en mica vas adoptant l'estil del teu mestre, Lynch.

PSYCOMORO dijo...

Moltes gràcies, de veritat. No crec que adopti l'estil de Lynch, que més voldria; més aviat em dedico a deixar-me portar per la gent que admiro. El fet de pensar que amb aquest exercici de poca vergonya acabo entrenint a algú, bé, això és tot una vida. Intencions manipulades; tan fàcil com això, no es pot dir d'una millor manera.

Anónimo dijo...

Impresionante psycomoro, de lo mejor!
A propósito de nuestros muros y esos ojitos de color caramelo, quiero repetir una frase que escuché hace unos dias y que dirijo a la Casa de Dios: No vengas a rezar a mi escuela y yo no iré a pensar a tu iglesia.

PSYCOMORO dijo...

Muchas Gracias. Tremendo mensaje. Desde luego no creo que nadie que acuda allí a pensar sea bienvenido, no es algo que rime bien con los dogmas de fe. Para nada.

Anónimo dijo...

Nunca dejaras de sorprenderme Montaraz. Estoy con el resto. De lo mejor que has escrito. duro y sincero, lleno de pasion. Y el escrito de Lynch estremece a partes iguales. Cuando llueve pienso en que siempre podré cobijarme en este rincón de poesia. Siempre me alegras el dia. Me gustaría tanto conocerte para poderte dar las gracias en persona !

PSYCOMORO dijo...

Gracias, Ana. Pero te desaconsejo conocerme; no te aportaría ningún cobijo que no den unos ojos que sepan lo que quieren leer. Mis distancias cortas son tan poco efectivas como un poema que sólo se entiende cuando rima: explican mucho menos de lo que deberían y viven afectadas por formas sin sentido. Tu agradecimiento es siempre una buena noticia. Esta vez lo correspondo con un beso sin rima; son los mejores que conozco.