16 de mayo de 2012

Profundo

Nos perdimos en algún lugar antes de ser tú y yo,
con el sabor de un nuevo peligro atrapado en la lengua
y todos los finales imposibles abiertos de par en par,
reclamándonos impacientes como viejos conocidos,
pendientes de nuestra lenta caída desde el sol,
ensayando la sonrisa de una obra maestra deforme.
Cazados por faros en una noche de mil días,
nos fuimos derribando hacia lo más profundo,
lanzados hacia un vacío que no esperaba visita,
como pesos muertos que caen antes de hora.
Dolorosos esclavos de cicatriz inverosímil,
inocentes espaldas partidas por la soledad,
por la breve naturaleza herida de un adiós
que se pronuncia por primera y última vez.
Me pregunto si los disfraces sirven de algo
cuando encuentran pieles tan sensibles,
marchando del baile antes de medianoche,
como amantes furtivos que descubren juntos
que hay mil cosas antes que enloquecer de amor.
Suplicando que todo vuelva a ser como antes,
cuando las promesas sólo eran breves jornadas
entre dos mundos que no necesitaban conocerse.
Ya nunca sabremos cuando arrancó la locura,
pero sigue sangrando el eco de sus mandíbulas,
recuerdos de los profetas de la amenaza permanente,
crujidos de pajar en el circo del ataque inminente.
Y, mientras atiendo a las formas de la amputación,
me pregunto por qué nunca hablamos sobre ello,
por qué seguimos todos refugiados en la calma,
como corderos ancianos que prefieren esperar
al sacrificio indigno y extenuante que se alarga
sobre el escaso sentido que guardan las cosas, 
por qué ignoramos la poesía que canta al horror,
si es la que acude a enseñarnos el mejor camino.
Fueron errores de cálculo, la indecente geometría
que nos abandonó a los favores del homicidio;
escribo los pasos que no me atrevo a pronunciar.
Abrazo el aroma que deja el paso de la tormenta,
abatido; agoto las fuerzas necesarias para rendirse.
Pero sólo junto a la nada puedes entender algo.
Y desde lo más profundo creció una canción,
una perla afilada que cortaba el camino de retorno,
de vuelta a un mundo que nunca fue del todo nada;
no puedo hablar de lo que no sé ni saber lo que digo,
sólo disfrutar de la suerte de poder conjugar vida,
de ser parte incrédula de lo que la riada no ahogó.
Desde lo profundo no se acierta ni se falla,
no hay lamentos ni excusas de mal pagador,
sólo un goteo incesante que te abrasa y sonríe,
mientras cuenta tus pocas alternativas al revés
y apuesta por un caballo que nunca debió partir.
Y cuando conoces lo profundo, él te conoce a ti,
es un amigo fiel que viste de asesino,
una pesadilla que tenía que suceder;
eres tú mientras cambias el arma de mano 
para acariciar de nuevo el rocío de la mañana.

15 comentarios:

virgi dijo...

Reinventarnos para seguir siendo.
Un canto a lo que aún podemos ser a pesar de las dificultades, las tormentas, las cicatrices.
El amanecer sabe por cuantos manos ha sido abierta la ventana del nuevo día, unas veces con cuchillos, otras con heridas.

Al alba, siento el desasosiego del cordero.
Besos, Psyco

Ginebra dijo...

Es tan "profundo" y tiene tantos mensajes, que he tenido que leerlo más de una vez.
Majestuoso lo que te sale de tan dentro, Psyco. Debes haberte quedado como vacío después de vomitar todo esto, ¿no?.
Besos

PSYCOMORO dijo...

Algún día todos amanecemos como ancianos que están perdiendo la memoria. Afortunadamente, la realidad sigue siendo una fantasía en la que tenemos algo que decir; y en ello andamos. Muchos besos, Virgi.

PSYCOMORO dijo...

Necesitaba sacarlo de mí, Ginebra. Es como funcionan este tipo de cosas; no pican a la puerta, la derrumban. Besos.

Anónimo dijo...

T'estimo, Psyco.
Per trobar les paraules que descriuen la tempesta. Per saber dir la foscor més profunda i solitària de l'ésser humà. Per la teva saviesa en l'estar.
Per acompanyar i estimar com tu estimes.
Una abraçada immensa,
la Rosa vermella

Anónimo dijo...

cuida-la sempre així

PSYCOMORO dijo...

I jo t'estimo a tu, Flor vermella. Són racons que s'han de conéixer, encara que únicament sigui per saber som lluitar contra ells. Una abraçada.

PSYCOMORO dijo...

Com ella em cuida a mi...

La sonrisa de Hiperion dijo...

Inmensidad de lo profundo, Ofú, que trabajito me ha costado, y tengo la sensación que solo me he quedado con la corteza...

Saludos!

PSYCOMORO dijo...

Bueno, Antonio, la corteza siempre es un buen principio. Saludos.

Ana dijo...

Me dejas entumecida, Montaraz. Me he detenido en cada línea, leyéndola una y otra vez, imaginándome lo inimaginable y me he quedado exhausta. Eres impresionante... el placer que supone leerte es difícil de explicar, incluso cuando duele. Ese arma que se cambia de mano y perdona el disparo me ha dejado con todo el aliento en la garganta. Eres grande, muy grande Muchos, muchos besos. Ana

PSYCOMORO dijo...

Gracias, Ana. Ese arma que baila entre las manos es la sensación que te invade cuando puedes, por fin, tomar una decisión; cuando descubres que sólo tú puedes tomarla. Es un signo de poder absoluto; una excepción nacida de la resaca. Besos.

Anónimo dijo...

3-Junio- 2012

Un beso. Ara

PSYCOMORO dijo...

Pues nada, otro beso.

Anónimo dijo...

Gràcies.