6 de julio de 2011

Un tren para el verano

Resulta curioso el impacto que tiene la repetición en la mente, lo permeables que resultamos a cuanto sucede a nuestro alrededor cuando la realidad se instala en la insistencia. Creemos que tenemos opinión pero, en demasiadas ocasiones, sólo recolectamos atentamente los restos de una batalla en la que ni hemos participado.

Somos la cosecha de algo que planificaron sin nosotros; y, extrañamente, nos sentimos parte de esa fiesta que no lleva a ningún sitio pero que se ha lanzado como un tren desbocado contra nuestra próxima decisión.

Es un juego de exposición descontrolada, una estrategia sin su plan, una triste conspiración que no sabe ni que existimos. Es el tipo de cosas que acompañan al éxito, que ya poco tiene que ver con lo que el futuro guarde en esa caja de lata antigua llamada recuerdo. Nos movemos por la impresión del momento, empujados por esa locomotora que no conoce estación.

Cuando se diseña un éxito, se hace desde la base de ese sistema de reiteración. Hay canciones que suenan una y otra vez, que construyen su existencia en un tiempo concreto, que se agota mientras vienen y van, consumiéndose en los silencios que se alían entre sus notas para ahogarlas de pura saturación.

Mientras escuchamos esos temas que alguien ha escogido por nosotros, ni nos percatamos de que colaboramos como depredadores a la desaparición inexorable de su importancia, si es que alguna vez llegaron a disfrutar de algo parecido a eso.

Nos olvidamos muy pronto de nuestras canciones; no queda tiempo para recordarlas. Tal y como hoy funciona el negocio, lo mejor es quemar rápido las ideas, amortizar la aceptación antes de que se vuelva imprevisible. El tema de moda se repite tanto y en tan poco tiempo, que desaparece antes de convertirse en nada especial. Cuando nos fijamos en algo, ya es antiguo. Y a por otra cosa.

Este museo de cera mutante nos llega a través de la radio o la televisión, cuevas de escaso aliento provocador que machacan la paciencia de cualquier ser inquieto con una lista cada vez más eterna de fórmulas reconocibles.

Hubo un tiempo en que la vanguardia musical se escondía en la radio; es cierto que tenías que buscar los espacios adecuados, pero recuerdo no pocos momentos en Radio 3, descubriendo cómo el futuro se desplegaba sobre mí. Ahora las opciones se han reducido y la mayoría hemos emigrado a Internet, ese cajón de sastre global que ofrece mucho, pero que es voraz; tu tiempo es su alimento.

Aniquilados los referentes culturales en la televisión española (todavía me pregunto qué hace Redes sobreviviendo entre tanta maleza), ha ido tomando cuerpo una nueva banda sonora en la memoria popular. La publicidad, con mayor o menor fortuna, ha desarrollado un universo propio, donde parece que todavía es posible asistir a ciertos destellos de originalidad; esos reflejos a veces vienen acompañados de canciones. Incluso, muy de tanto en tanto, nos descubren inspiraciones escondidas al gran público.

Pensaba en todo esto mientras escuchaba la canción que esconde el último anuncio de una marca de cerveza que parece empeñada en volver cada verano, repitiendo, otra vez, un esquema que nos sabemos de memoria. Este año le ha tocado el turno a I wish that I could see you soon de Herman Dune, un grupo que, desde luego, no encaja en lo que podríamos denominar como popular pero que esconde una calidad que pide gritos no ser deglutida por los vapores de otro verano.

Herman Dune es un dúo francés que se consolidó siendo un trío; a esa etapa pertenecen sus mejores discos. La marcha del estrambótico André se llevó consigo algo de la magia de sus primeros seis años de carrera, aunque el grupo sigue ofreciendo obras muy interesantes.

Melancólicos pero extremadamente irónicos, se sacuden entre influencias de Bob Dylan y Neil Young, junto a latigazos herméticos de Soul. La peculiar voz de David-Ivar ofrece una tristeza identificable, muy evocadora pero nunca pesimista.

Ahora quizás se hable algo más de ellos, pero antes de que arda el éxito del momento, antes de que el tren siga su marcha neurótica, vale la pena recuperar una obra que significa algo más que lo que dicta el verano.


My home is Nowhere nithout You



Preciosa canción, You're so far from me



Not on Top.



Y una broma con el espléndido protagonista de Mad Men, Jon Hamm. Tell me Something I don't Know



12 comentarios:

La sonrisa de Hiperion dijo...

Yo quiero un tren para el verano, pero de juguete...

Saludos y buena tarde.

virgi dijo...

Los vagones de tu tren siempre son sugerentes, didácticos y altamente recomendables.
Ahora me has enseñado a esta pareja que no conocía (estuve buscando más datos) y que nunca pensé que fueran franceses.
Tienen algo de tiempos pasados más una serenidad algo oriental que resulta muy cautivadora.
Los ficho.
Y te abrazo

PSYCOMORO dijo...

Siempre deberíamos llevar uno de esos trenes encima, Antonio. Saludos

PSYCOMORO dijo...

A disfruarlos, Virgi. Y gracias por subirte a este loco tren una vez más. Un abrazo.

La paciente nº 24 dijo...

Lo malo de la publicidad es que cada vez hay menos creativos con buenas [ya ni me pongo a pedir originales] ideas, tal vez por abaratar costes contratan a gente que no tiene ni idea. Lo bueno del abaratamiento es que buscan grupos poco conocidos a los que pagarles una miseria para poder ponerle música a los anuncios, así se genera una doble publicidad, la del producto y la del cantante, lo cual es de agradecer ante la limitada programación que nos ofrecen en la radio.

PSYCOMORO dijo...

Sí, Paciente, como tantas otras cosas, la publicidad no deja de reflejar lo que somos; nos rodean señales que nos señalan como fabricantes de un futuro que ya ha llegado.

♦PªU♦ dijo...

Que increíble como nunca sé como van a terminar tus escritos, te envuelve de una forma al principio para darte otra idea al final, y las dos super buenas. Me encanta, siempre me ha encantado!... ahh y por cierto
"enséñame a contar cuánto se tarda en perderlo todo" ooohhhhh me llegó al alma, el post anterior esta increíble tambien, de los mejores (pero es que los de amor me llegan en lo profundo, seguro ahi es donde habita :S jejej

besos!! un gusto pasar por aca

Ginebra dijo...

No conocía a Herman Düne, la verdad. Me han gustado mucho, sobre todo esa canción: You're so far from me.
Gracias por la información, Psyco.

Estoy de vuelta, pero no por mucho tiempo:) intuyo que será un verano diferente...
Besos

PSYCOMORO dijo...

Vaya, pues muchas gracias, PªU. Un placer tenerte por aquí diciendo cosas bonitas que alegran a estas letras, que no siempre saben muy bien hacia dónde se dirigen. Besos.

PSYCOMORO dijo...

Siempre tan inquieta Ginebra... bueno es si lo dedicamos a las vacaciones, a cosas que nos devuelven alegrías... y que son diferentes. Gracias por encontrar un momento para pasarte por esta neurótica esquina. Besos.

Anónimo dijo...

Todo tiene su lado bueno y su lado malo, Psyco. Míralo de este modo: la velocidad del tren nos obliga a estar atentos, porque no queremos saltarnos ninguna parada interesante, sea ésta una canción, un libro o una película.
Todo tiene su lado bueno y su lado malo.
Suerte que tú siempre estás atento para avisarnos de la próxima parada.
Un beso agradecido

PSYCOMORO dijo...

No lo habría descrito mejor, Anónimo. La velocidad de permanecer atento. Un placer, compartir la curiosidad de las estaciones con vosotros. Un beso.