15 de junio de 2011

La cura del amor

Cuando ya no pregunte, déjame de querer,
sin la compasión del que sabía hacerlo mejor,
con la calma de quien conoce todos los trucos.
Cuando deje de preguntar, escóndeme del destino,
bájame al desván de las cosas recién antiguas y
acúname en el vacío, junto a aquellas promesas
que aprendieron a vivir en el polvo de mi sonrisa.
Si un día cambia mi nombre, no me llames más,
olvida a las sirenas y zarpa hacia el horizonte,
rumbo al exquisito principio de las historias de amor,
atrapando el mapa con un puño de decisiones tomadas;
y si ya no adivino como ser yo, recuérdame sin piedad,
aplastando tu preciosa nariz contra mi vieja mejilla,
susurrando las razones que me apartaron de nosotros.
Cuando ya no diga nada bonito, rómpeme los dedos,
enséñame a contar cuánto se tarda en perderlo todo,
con la torpe alevosía que escupe las balas mojadas,
rebotado entre planes imperfectos y giros de guión,
aturdido mientras los huesos no aciertan ni al partir.
Cuando te deje de pedir, cállame sobre el diván,
sobre la escasa tela de las palabras que evitamos,
entre las verdades piadosas y la perfecta ilusión,
retorno al pasado que no aprendimos a habitar.
Y si ves que se relaja la tensión en mi mirada,
no confíes en campanas que no volverán a sonar;
quedará el estruendo de un ejército de perdón
armado de poetas sin manos, pies ni cabeza.
Si algún día me sorprendes sin mi disfraz,
no sospeches que las cosas puedan ir peor,
sólo mírame tiernamente a los ojos y sonríe,
con el brillo del corazón que todavía late,
coge de vuelta la calle que nos trajo hasta aquí
y no te pongas triste por lo que dejamos atrás,
a veces la palabra más preciosa puede ser adiós.
Creo que nunca nada se hace sin querer,
sólo esperamos no dejar de ser queridos.
Las cosas importantes sólo cambian de noche;
tú y yo lo sabemos, no hay cura para el amor.

20 comentarios:

Ginebra dijo...

¡Es una pasada de post, Psyco!!!! Me has emocionado (además estoy algo melancólica últimamente, vamos que suelto la lágrima en un plis plas; jajajajja) en serio, fantástico.
Yo creo que no hay cura para el amor, como termina tu alegato, y también recalco eso que dices:
"Creo que nunca nada se hace sin querer,
sólo esperamos no dejar de ser queridos."...

Dejar de ser queridos nos aterra, es cierto. Curiosamente más que dejar de querer, hasta en éso somos egoístas, aunque se sufre de ambos modos: cuando uno deja de amar puede estar más tranquilo, pero no más feliz... cuando a uno ya no se le ama, se le rompe el corazón.
Besos "amorosos"

Alguien que también la vió dijo...

El amor no es una conquista, tampoco un trofeo es el único regalo que vale la pena, no se puede comprar, sólo sentir porque es humilde e inmenso, porque se da a cambio de nada y casi siempre es innmerecido de quien lo recibe. Es más importante sentir amor que recibir amor porque si no lo sientes, no lo valoras y se convierte en un egoismo mas, en un trofeo, en una conquista, en vanidad, en nada...

virgi dijo...

Me has hecho pensar en Leonard Cohen.
Así te he sentido: vital y triste, lúcido y doliente, apasionado y comprensivo.
Capaz de morir, sí. Y a pesar de la madurez de tus palabras, con una herida que será cicatriz, como las que cargamos todos, más grandes, quizá menos sonoras, pero siempre sangrantes.
Besos, Psyco, es un gusto leerte y hacer que sintamos estas cosas.

PSYCOMORO dijo...

Gracias, Ginebra. Supongo que, después de todo, el amor, o como sea que queramos llamarle, es una suma de imperfecciones apasionante; somos hilos pendientes de un viento que no alcanzamos a entender y que siempre nos sorprende. Soy bastante escéptico con las relaciones humanas pero estoy convencido de la capacidad que tenemos para intervenir en los acontecimientos, en la posibilidad de conseguir que los que te rodean descubran que no es tan difícil ser feliz. Besos, muchos.

PSYCOMORO dijo...

Hola, Alguien. Sí, la lección más importante acaba siendo que no es necesario conseguirlo todo, a veces es más importante conseguir merecerlo y, sobre todo, poder prescindir de ello por los demás. ¿Si no eres capaz de regalar libertad a quienes tienes a tu lado, qué valor tiene lo que posees gracias a ellos ?

PSYCOMORO dijo...

Yo también pensaba en Cohen cuando acudieron las primeras ideas, Virgi. Qué menos que dedicarle un final a alguien que te ha regalado tantos principios? Muchas gracias por tus palabras y por pasarte a visitar mis pequeñas fugas de razón. Besos.

madelen dijo...

Hermoso y triste como el amor

Anónimo dijo...

Preciosa entrada, Psyco. De las mejores que te hemos leído, en mi opinión.
Un gustazo poder hablar de amor contigo.

Alguien que disfrutaba viéndola dijo...

Psicomoro, no entiendo tu respuesta, ¿qué quieres decir?

Merecer, merecer creo que merecemos poco...

¿Regalar libertad?
¿Un amo puede amar a un siervo? No lo creo, si lo amara nunca sería su siervo, ¿a eso te refieres?

Los amos no aman ni valoran a los siervos, los necesitan. A veces los siervos se hacen imprescindibles y el amo en lugar de estar agradecido, en el fondo lo aborrece más, aunque lo disimula, pero de vez en cuando, sale lo que lleva dentro y pisotea al siervo, pero como lo necesita vuelve de nuevo a él. ¿A eso te refieres?

PSYCOMORO dijo...

Gracias, Madelene. Especial y explosivo, como la vida.

PSYCOMORO dijo...

Gracias, Anónimo. Es fácil seguir el viaje con compañeros de viaje tan agradecidos

PSYCOMORO dijo...

No, Alguien, no me he sabido explicar. Más bien al contrario, no veo las relaciones como y una servidumbre; creo que precisamente ese es el principal problema, pensar que permanentemente nos deben algo o que el sacrificio entregado significa querer. Cuando menciono la libertad, me refiero a que, a veces, el amor no consiste en mantener a cualquier precio y que la felicidad en ocasiones significa permitir que la gente que quieres lo sea, aunque eso no siempre coincida con tus deseos. Gracias por tus comentarios.

Alguien que disfrutaba viéndola dijo...

Ahora si he entendido lo que has escrito antes, gracias.

PSYCOMORO dijo...

Esta casa te da la bienvenida de nuevo y te agradece la visita, Antonio

NoSurrender dijo...

No, no la hay. Ya lo decía el maestro Cohen. Esta mañana he leído a Juan Cruz citar a Sábato con esta frase: “Es la necesidad patológica de ternura lo que hace luchar por los desvalidos”

Visitar este blog es uno de los placeres de mi fin de semana, Psycomoro. Gracias por escribir así.

PSYCOMORO dijo...

Hola, Lagarto. Sí, la lucha por la ternura que crece en los instantes compartidos. Gracias a ti por la visita; lo que resulta un placer es aprender a escribir a vuestro lado.

Ana dijo...

Impresionante, Montaraz. Vuelvo a pasarme por aquí despues de mucho tiempo desconectada del mundo y me encuentro con esto. Tus palabras respiran sensibilidad por todos lados, me siento tan identificada como mujer, como si tus letras me quisieran aunque no nos conozcamos, como si quisieran a todas las mujeres. Que forma más preciosa de hablar de una relación. Si vuelvo a leerlo, lloraré de nuevo. No puedo esperar a recuperar todas las entradas que me faltan. Besos de Ana.

PSYCOMORO dijo...

Hola, Ana. Ya se te echaba de menos por aquí. Gracias por tus palabras, ere muy dulce. Casi todo lo que ha tenido algún sentido en mi vida ha sucedido cerca de las mujeres; hablar de ellas es hablar de mi pequeña historia. Si consigo acercar algo de lo que he aprendido, habrá valido la pena intentar escribir sobre ello. Besos.

Anónimo dijo...

Efectivamente hay una cura para el desinterés, para la monotonía y para el tedio de un amor que quizás fué pero que hoy vive en el olvido; pero no nos sirve, la fórmula nos falla y nos faltan las gotas adecuadas de generosidad y de valentía.

No hay cura para el amor ni existe una petición más bella.

Felicidades!

PSYCOMORO dijo...

Sí, Anónimo, la generosidad y la responsabilidad de ser algo más que lo previsto. Si no cambiamos, somos un lienzo con errores eternos, sin evolución ni futuro; lo que nos aleja de la condena de la repetición es, muy a menudo, ofrecernos al futuro de la gente que queremos. Gracias.