Entonces las cosas se torcieron,
olvidaron el aroma del quicio;
todas mis estúpidas melodías de sal
se partieron entre motivos y colores.
No sé si también recuerdas todo aquello,
mi nombre aprendió a no importar;
tú y yo perdidos, mientras llegábamos.
Pienso en eso con veneno en mis labios,
fuego columpiándose de este a oeste,
intentando vestir mi suave sonrisa
con prietos trapos de letra y sangre.
Ya no cuento los pasos que no dimos,
sólo la leve brisa de cuanto imaginamos,
atados a las pocas palabras que quedaban
en los amarres de aquel último puerto;
parecía querer morir de nuevo, el pobre,
reventado por los dientes de los barcos que
simplemente decidieron no llegar nunca.
He soñado que volvíamos a estar allí,
con los pies desparramados en el vacío,
jugando con sus sombras en el agua.
Nunca he vuelto a despertar del todo
y así va a seguir mi memoria de papel,
jugando con esos extraños momentos,
segura de que todos tenemos derecho
a que el puerto de nuestros recuerdos
se alce en los rincones de su orgullo y
entienda por fin que no hay más secreto
que el que esconde nuestra historia,
que nadie espera el retorno
de algo que nunca quiso partir.
Siéntate a mi lado, apóyate en mi codo,
entre mi sonrisa y el orden de las cosas.
Sería una pena parpadear ahora y
perdernos nuestro mejor atardecer.
olvidaron el aroma del quicio;
todas mis estúpidas melodías de sal
se partieron entre motivos y colores.
No sé si también recuerdas todo aquello,
mi nombre aprendió a no importar;
tú y yo perdidos, mientras llegábamos.
Pienso en eso con veneno en mis labios,
fuego columpiándose de este a oeste,
intentando vestir mi suave sonrisa
con prietos trapos de letra y sangre.
Ya no cuento los pasos que no dimos,
sólo la leve brisa de cuanto imaginamos,
atados a las pocas palabras que quedaban
en los amarres de aquel último puerto;
parecía querer morir de nuevo, el pobre,
reventado por los dientes de los barcos que
simplemente decidieron no llegar nunca.
He soñado que volvíamos a estar allí,
con los pies desparramados en el vacío,
jugando con sus sombras en el agua.
Nunca he vuelto a despertar del todo
y así va a seguir mi memoria de papel,
jugando con esos extraños momentos,
segura de que todos tenemos derecho
a que el puerto de nuestros recuerdos
se alce en los rincones de su orgullo y
entienda por fin que no hay más secreto
que el que esconde nuestra historia,
que nadie espera el retorno
de algo que nunca quiso partir.
Siéntate a mi lado, apóyate en mi codo,
entre mi sonrisa y el orden de las cosas.
Sería una pena parpadear ahora y
perdernos nuestro mejor atardecer.
2 comentarios:
te lo advertí!!!!! deja de jugar con el absenta, hay sueños que más vale no despertar!!!!
muy bueno
La absenta? Si esa fuera la solución, me hubiera entregado hace tiempo a ella. El problema es que no recuerdo qué significaba estar despierto...
Muchas gracias
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