18 de agosto de 2012

Lo que no te esperas

El truco debe mantenerse al margen, amagado en la selva de los significados. La magia sólo tiene sentido si huye de los nombres. Por eso los mejores momentos siempre se parecen a un seductor cargado de sorpresas, un amante imprevisible que agota tus sueños noche tras noche, con miles de combinaciones imposibles que clausuran la sonrisa de tu gesto y te congelan en una espera nerviosa que espera un beso, una caricia que siempre estalla en el rincón menos esperado.

A veces te preguntas qué esperas de la vida y piensas que descubrirlo te solucionará algo diferente a un acertijo sin salida. Yo ya me he dejado de hacer preguntas, por si acaso. Hoy por hoy, sólo hay una cosa que realmente me despega del letargo, es lo inesperado, la provocación de los instantes no planeados sigue manteniéndome alerta, intrigado, hambriento.  Y necesitas comer para seguir con vida.

Porque la brillantez de los que te rodean es combustible de tus propias ilusiones, una razón para renovar las ganas de sonreír. Aunque no te pertenezca,  estar cerca de la genialidad te hace sentir alguien querido por las circunstancias que te han tocado vivir. Estás vivo porque estás aquí y ahora.

En la cultura, esa facultad de provocación siempre es motivo de alegría; cada vez estoy más seguro de que lo extraño, la sorpresa, incluso a veces lo inaceptable o lo incomprensible, componen la melodía del mejor arte, aquel que perdurará en la memoria y que no deja de transformarse en algo diferente cuando vuelves a él. Supongo que, después de todo, ese es el motivo final que sostiene las mejores obras, la seguridad de que puedes volver a casa cuando quieras, pero que lo que encontrarás nada tiene que ver con lo que dejaste, aunque, de un modo casi mágico, volverá a ser tu hogar.

Todo esto me sucede con músicos, escritores, cineastas y demás acróbatas de la creación inestable, gente que nunca conocerás pero que te han convertido en lo que eres; gente a quien se lo debes todo. 

Me sucede con Quentin Tarantino porque traspasa los límites de la demencia artística, disfruta provocando, parece sólo someterse a su voluntad y, muy probablemente, esté absolutamente loco. Es alguien a quien quieres tener cerca, por lo que pueda pasar.

Dueño de una filmografía admirable, donde la libertad campa a sus anchas y la iconografía, más que un detalle, es el motivo mismo de su apuesta, Tarantino siempre ha sido reconocido como un buen guionista y un excelente escritor de diálogos; es cierto, pero no lo es menos que estamos ante un director superlativo, un creador que mantiene vivo el descontrol de un niño que acaba de descubrir un juguete prohibido; actúa como si el cine fuera algo nuevo, un disfraz de mil capas a medio usar. Incluso en sus peores momentos, que también los tiene, da la sensación de hacer lo que la da la gana.

Acusado de violento, de superficial, de excesivamente auto-referencial… todo eso es cieto, pero llevando al extremo todos esos elementos ha conseguido que estemos hablando de uno de esos pocos autores que dictan el futuro de una forma personal, fuera de las normas.  Lo único que lo aleja de ser un maldito objeto de culto es que, además, le acompaña el éxito.

Uno de los muchos detalles que delatan que has ingresado en el universo Tarantino es el uso arrollador que hace de la música; exprime el concepto de banda sonora para crear un rompecabezas que parece existir sólo en la mente de los personajes, como si las canciones que desfilan por sus películas compusieran la música que esos pobres diablos necesitarían escuchar en un preciso momento; porque esos intantes son más importantes por lo que significan para esos personajes que por lo que puedan impactar al espectador. Ese es el acierto.


Resulta difícil escoger alguna de sus películas porque todas esconden  momentos sublimes, estallidos de genio que significan más que otras películas completas. Es un romántico que se muestra mucho más orgulloso del camino que de la victoria final.

Pienso en el impacto que me generó Pulp Fiction y en cómo he vuelto sobre ella muchas veces y sólo hace que crecer. Recuerdo la descarga de adrenalina que supuso Rerervoir Dogs (no lo olvidemos, su primera película) o la tensión inhumana de la secuencia inicial de Inglorious Bastards.

Pura devoción en forma de regalo es lo que le entregó a Uma Thurman con Kill Bill, desacomplejada epopeya pop, festín imposible de imágenes donde la historia cuenta poco, pero los personajes crecen cada vez que pronuncian una palabra.

Porque ése es el truco final de Tarantino, sus juguetes. Arranca interpretaciones increíbles a actores que no lo son tanto (John Travolta, Bruce Willis, Michael Madsen  la propia Uma Thurman), y lo hace a fuerza de inteligencia salvaje en el diseño de personajes, esculpidos a fuego sobre diálogos chocantes, pero coherentes hasta la enfermedad.

Para Tarantino no existen los personajes secundarios, todos ellos se adueñan de las circunstancias de la película en algún momento, capaces de cambiar nuestras expectativas con una mirada o un gesto afilado. Precisamente su obra más prescindible, Death Proof, lo es porque el director decide no enamorarse de sus criaturas.

Quizás sus películas no sean perfectas, quizás por eso sean tan grandes. Sea como sea, una cosa está clara, gente como Tarantino, siempre queda un motivo para tomarse una copa más, algo de lo que hablar o un último beso de que dar. La poesía que se esconde detrás de lo inesperado es el brillo de unos ojos que no piensan cerrarse. Por si acaso, sólo por si acaso.


Dos homenajes:




Y le trailer de su próxima película, Django Unchained; prometiendo otra descarga para el recuerdo:


8 comentarios:

virgi dijo...

Reservoir dogs fue una película que me impactó. Todavía puedo recordar aquella escena dentro de la nave y el reparto del dinero. Luego Pulp Fiction y KB, que no me cautivaron de la misma forma.
Las últimas no las he visto.
Lo que me gusta de él es el partido que le saca a Thurman, Buscemi o Travolta, convirtiéndolos en geniales.
Y si te soy sincera, de la música no recuerdo nada, es que soy más visual que otra cosa.
Ya ví el trailer y busqué otras informaciones...¿qué te creías, que no es cierto que eres muy motivador? Pues sí, sí.
Un abrazo grande

Ginebra dijo...

Pulp Fiction es mi peli preferida de Tarantino, salí del cine y al día siguiente me compré la banda sonora en cinta de cassette, jajajajaja, aún la conservo.
El otro día pasaron por la tele KB, por enésima vez, otra vez la vi (ya he perdido la cuenta). El fotograma que pones en tu post me encanta, la lucha en el jardín nevado entre Lucy Liu y este pedazo de actriz que es Unma Thurman...
Me gustan casi todas las pelis de Tarantino, alguna muy gore que produce o que trabaja en el guión, no tanto, pero en general es un tipo que sabe hacer cine de una forma muy personal.
Tiene un gusto musical similar al mío, me suelen gustar mucho las canciones que selecciona para sus pelis.
Saludos

La sonrisa de Hiperion dijo...

Siempre contándonos una realidad diferentes.

Saludos y un abrazo.

PSYCOMORO dijo...

Sí, Virgi, Reservoir Dogs era un trallazo inesperado, una muestra de cómo se pueden construir historias nuevas con material usado; una genialidad. Encantado de seguir motivando cualquier cosa que no produzca sopor. Un abrazo.

PSYCOMORO dijo...

Me alegro de haber entrado en una casa que sueles visitar; lo bueno de Tarantino es que ese mundo tan particular que crea, a pesar de sus excentricidades, respira autenticidad por todos sus poros, como si la necesidad de agradar no estuviera enfre sus necesidades más inmediatas. Y aun así o quizás por eso, engancha. Besos.

PSYCOMORO dijo...

Siempre fiel a las provocaciones surgidas de las realidades sin dueño. Un abrazo.

♦PªU♦ dijo...

Voy a dejarme de hacer tantas preguntas también :) ....
Tarantino puede rajar de que es bueno, me encanta, no había visto el trailer de la último, que exito
Gracias por el tip, sin duda el mejor crítico que leo!!
Besos

PSYCOMORO dijo...

Muchas gracias, PªU. Nos tiene a todos en vilo para comprobar qué ha hecho para desencadenar a Django. Besos.