17 de abril de 2011

Desvelado

Escondidos en el sucio hueco de los susurros,
entre nuevas reglas y los espejos de siempre,
esperando la próxima mentira del torpe domador,
con el falso respeto de quien no sabe apuntar;
ahogados por la portada de nuestro pobre pesar,
somos instantáneas abiertas de sonrisas irritantes,
de racino ardiente, cuchillas y lenguas de trapo,
fugitivos de la lógica perversa de la novedad;
excitados como perros ciegos oliendo un pajar,
con la experta mano de quien ya mató una vez;
vivimos las pobres excusas del traidor amable,
labradores de sueños que nacieron mal y tarde,
sin la pena de quien sabe que algo se perdió,
desde la soberbia del niño que crece al revés,
desvelado el timo de la helada primavera,
conocimos las verdades que se echaron a perder
con los mezquinos profetas de la mala nueva,
muertos de hambre cautivos del veneno social,
tras la insana necesidad de tragarse el huracán,
junto a la ignorancia en el fondo del pantano,
volcados sobre la importancia de ser el primero,
con las manos cortadas por la sangre y el calor,
sin espacio para el recuerdo que pudimos guardar,
fingidos besos abultados y gargantas que se hunden.
Y es así como toca vivir a este lado del muro,
sin la esperanza que te regala la diferencia,
con el diseño de la felicidad de tenso encaje,
reunidos en el volcán de la libertad vigilada,
devorando fotografías que saben a cianuro,
rayando los días que se alejan de lo evidente.
Pero eso no es todo porque nunca nada lo es;
sé que hay vagabundos que huelen la lluvia,
maestros del disfraz que te alegran la vista,
hay gente que ya nunca dispara para fallar,
poetas de la confianza en tiempos extraños,
que han vencido a la red de las expectativas,
esquivando el papel que aguarda en el cajón,
bajo miles de insectos fetichistas del rumor.
Y ése es el único signo que le queda al cariño,
saber que siempre escogemos nuestras palabras,
sobre las que se alza sin intención de ser vista
la patria de los que decidimos quedarnos fuera,
ajenos a tu viejo tinglado de naipes mojadas.

6 comentarios:

Ginebra dijo...

No me extraña que estés desvelado, Psyco, eso que sacaste,no sé si de tu cabeza o de tus vísceras, es fuerte como el olor a trementina. Pero me encantó como lo contaste, evidentemente.
Hoy me voy de viaje. Te dejo muchos besos y mis mejores deseos para esta semana.
p.d.¿sabes? También estoy algo desvelada yo últimamente, en serio.

La sonrisa de Hiperion dijo...

Como siempre estupendo...

Saludos y un abrazo.

virgi dijo...

Pensamientos de madrugada.
Sin sueño, sin colores, todo gris, o negro, o desdibujado.
Me pasa con cierta frecuencia, pero no tengo tu lucidez, Psyco, cielo.
Así que te leo y te leo y me cuelgo del niño que crece al revés o la costumbre de tragarse el huracán.
Te mando un beso verdadero en un naipe seco. Todo con mis sonrisas.

PSYCOMORO dijo...

Pues no te dejes desvelar, Ginebra, entorna los ojos y respira profundo. Las vacaciones ayudan a eso y a muchas otras cosas. Tomo esos besos y me los guardo para devolvértelos a tu vuelta. Disfruta.

PSYCOMORO dijo...

Como siempre, bienvenido, Antonio. Un abrazo.

PSYCOMORO dijo...

Cuando observas esos entornos que desfallecen, Virgi, siempe hay algo que puedes acariciar, algo que salvar y guardar con mucho cuidado. Todo enseña, los niños, las tormentas y la humedad en las cartas marcadas. Un beso flanqueado por dos sonrisas.